domingo, 18 de noviembre de 2018

SER JUSTOS, AMAR LA VERDAD Y…


Colaboración de Paco Pérez
NUNCA, PERDER LA ESPERANZA
Los pueblos siempre estuvieron afectados por una problemática común: “La opresión de unos pocos sobre la mayoría”. Cuando se dieron, y siguen dándose, estas circunstancias los “oprimidos” sufrieron, y sufren, todo tipo de penalidades. Los “opresores”, aunque varían con el paso de los años, siempre muestran el mismo perfil a la hora de cometer los desmanes y debemos reconocer que ocurre así porque los “opresores” programan detalladamente la forma de actuar y el momento más idóneo para ejecutar sus planes. Los “agredidos” les allanan el camino porque intervienen como elementos pasivos que ven venir los peligros pero como no se sienten señalados o en peligro permanecen inactivos y con esta actitud posibilitan la actuación progresiva y lenta de quienes buscan la implantación de su “modelo destructor”.

Todo este dislate ocurre porque la sociedad civil se asusta y porque todas las religiones no denuncian, en su momento, las injusticias” con fuerza pues consideran que su papel en los conflictos es de pacificación y no de lucha.
Viajando al pasado nos encontramos que el pueblo de Israel siempre vivió convulsionado por acontecimientos violentos que le causaban dolor y destrucción.
Por esa razón el profeta les anunció los hechos que deberían padecer pero que, a pesar de ello, el Señor no los abandonaría pues el ángel Miguel intervendría en su ayuda y que después ya sólo quedaría por cumplir el gran acontecimiento: La resurrección de los muertos al final de los tiempos.
Pasan los años y cambia el formato. En éste, las relaciones con el Señor se regulan con el “modelo de sacerdocio” que había antes de Jesús: Oficiar todos los días para ofrecer en ese acto sacrificios, los que no podían borrar los pecados de los hombres.
En Jerusalén, con este modelo religioso, el pueblo de Israel vivía oprimido por tres frentes: Las prácticas del Templo, los impuestos del representante del Imperio Romano y los mandamientos del “judaísmo”.
Los tres segmentos sociales reseñados no servían para ayudar al necesitado sino para oprimirlo cada vez más. La religión, en vez de denunciar estos desmanes formaba parte del sistema.
Seguimos avanzando en el tiempo, vino Jesús y su comportamiento como “Sumo Sacerdote” fue diferente al que tenían los que oficiaban en el Templo pues denunció sin miedo el sistema corrupto que había en Israel y lo mataron por el delito de defender la verdad y la justicia. Con su ejemplo lo cambió todo: Al morir, ÉL ofreció un sólo sacrificio por el perdón de los pecados de todos los hombres para después resucitar, subir a los cielos y sentarse a la derecha del Padre.
Desde que ocurrió esta realidad, este sembrado de ejemplos, han pasado casi dos milenios y por eso considero, es percepción y no afirmación, que no hemos avanzado en la puesta en marcha de su ejemplo de vida… ¿Por qué?
Pues, tal vez, porque “nuestra clase sacerdotal y los que decimos ser cristianos-católicos” estamos cometiendo también bastantes errores. Ellos que analicen los suyos y yo, como cristiano-católico”,  considero que no leemos la Biblia profundamente para conocer mejor a Dios -el único camino que tenemos después de su muerte- y por esa razón creo que hemos caído en una religión cómoda que está sustentada en cumplir con la misa semanal, las tradiciones –no tienen nada que ver con el hecho religioso, a mi entender- y poco o nulo compromiso con los problemas del prójimo.
Cuando Jesús denunció las injusticias del sistema judío, oponiéndose a él, el pueblo estaba hundido y, al actuar así, les  abrió un nuevo camino que les regalo un soplo de esperanza.
Cuando las personas tenemos adversidades nos hundimos, miramos hacia el cielo y después culpamos a Dios de ellas. Es un grave error hacerlo porque  un buen cristiano debe tener confianza plena en Él.
Los anuncios bíblicos son los indicadores que ayudarán al caminante del Reino a fortalecerse para seguir en la lucha diaria y así, guiado por ellos, podremos comprender mejor que todo tiene su fin, que éste llegará más adelante y que no se sabe cuándo será.

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