sábado, 27 de julio de 2019

LA ORACIÓN


Colaboración de Paco Pérez
¿CÓMO DEBEMOS HACERLA?
Los habitantes de Sodoma y Gomorra habían ofendido tanto al Señor que terminó por condenarlos. Abraham trató de evitarlo y conversó con Él para pedirle clemencia por los inocentes que allí había, el Señor le escuchaba sus propuestas de perdón y por mucho que bajó sus exigencias el momento no deseado ocurrió.
En esta escena se nos muestra cómo debe ser el encuentro del hombre con el Señor, una conversación amigable en la que  expongamos nuestros problemas sabiendo que Él siempre nos atenderá pero sin olvidarnos de que debemos acercarnos con la humildad de reconocer nuestros errores, mostrarle nuestro sincero arrepentimiento y la intención clara de cambiar la conducta.

Con el paso de los años el camino de la oración se nos muestra de la mano de Jesús pues lo hacía como fue educado, según la costumbre de su pueblo, es decir, cuando salía el sol y cuando se ocultaba pero introduciéndole a esas prácticas oratorias el hacerlo tres veces al día, “buscando la soledad” para “hablar” con el Padre, y a veces, se pasaba toda la noche orando.
También nos enseñó que debíamos hacerlo por quienes estaban en apuros y, cuando daba las gracias al Padre, siempre se acordaba de quienes no se habían portado bien con Él.
Nos regaló el “Padrenuestro” y con esta oración nos enseñó todo lo que debíamos hacer en nuestra vida de cristianos.
Los hombres, con el paso de los años, nos hemos ido empeñando en hacer de la religión sencilla que nos mostró, porque nos trazó perfectamente el camino, otra que no tiene nada que ver con su mensaje pero… ¿Quién le pone el cascabel al gato una vez que hemos adquirido unas costumbres desviadas?
Cuando oramos convertimos el momento de intimidad con el Padre en un acto mercantil en el que le pedimos por nuestras cosas y nos comprometemos a pagarle después de haberlas solucionado. No sólo lo hacemos así sino que nos olvidamos de pedirlo directamente a Dios… ¿Por qué?
Porque nos dirigimos a los santos de nuestra particular devoción debido a que creemos con fuerza que son muy milagrosos, lo hacemos para que ellos intercedan por nosotros ante Él. Tal vez ocurra porque, como no se nos ha inculcado la lectura de la Biblia, queda demostrado que con las lecturas y homilías dominicales no es suficiente para encontrar el verdadero camino, esto ocurre porque nos olvidamos pronto de lo que dijo Jesús en Lucas 11, 9-13: [Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?].
Opino que debemos dejar a un lado las oraciones que se nos dan impresas en un papel acompañadas de una imagen y aconsejo que hablemos en soledad con el Padre cada día, que lo hagamos dejando nuestras necesidades en sus manos y que confiemos totalmente en Él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario