martes, 15 de octubre de 2019

JUAN TOMÁS “EL CIEGO”


Colaboración de Paco Pérez
EL REPISCO
Capítulo I
Los hechos ocurrieron en 1960  y me fueron contados por uno de sus protagonistas, Juan José Castillo Mata “El Espartero.

En nuestro pueblo, “El Paseo” sigue siendo el punto de encuentro para los lugareños porque en él es donde tenemos los lugares públicos en los que gestionamos nuestros asuntos, donde más concentración de actividad comercial hay, donde las fiestas se viven más, donde se ponen en escena la mayoría de los eventos culturales que celebramos, donde se paseaba la juventud para ver a las personas del sexo contrario, donde los mozos le tiraban los tejos a las muchachas y… ¡Donde también venían los charlatanes a vender sus mercancías para engañar a los que picaban!
No obstante, para mí, hay una calle que es la reina de la historia local y la más popular… ¡La Luna!
¿Por qué la recuerdo hoy?
Porque los protagonistas de este relato nacieron allí, vivieron allí y porque yo me crié y jugué en aquel entorno.
Los hechos del relato ocurrieron en los años en que había muchas necesidades en todas las familias y por esa razón, como las dificultades despiertan la imaginación, pues se acostumbraron a defenderse de las dificultades de la vida cuando tenían pocos años. Como fruto de esa realidad sus mentes se despertaron anticipadamente en todos los campos y, ayudados por los reflejos mentales que les daba esa formación humana, escenificaban cuadros cómicos como el que voy a presentar a continuación.
Todos sabemos que con el paso del tiempo las palabras que un día comunicamos a otros con total despreocupación más tarde se pueden convertir en un arma arrojadiza contra quien las pronunció.
Esta historia ocurrió unos años después de los hechos que vivió Juan José cogiendo higos pero en esta ocasión ya no se relacionaba con aquellos diablillos sino con otro grupo de personas distinto pues la mayoría de los antiguos componentes de la pandilla se habían marchado con sus padres, a Cataluña o a Madrid, en busca de trabajo y en el pueblo sólo quedaron José ÁlvarezMaino” y él.
La nueva pandilla de Juan José estaba formada por Amador GonzálezEl Barbero”, Juanito LermaEl Herrero”, JuanEl Pavo” (Guardia Civil), SebastiánEl de Inés” y Juan TomásEl Ciego”.


Juan Tomás era hijo de Emilio “El Colorín” y ManuelaLa Paloma”.
Ya estaban hechos unos mozalbetes y daban sus primeros pasos en el mundo laboral, el mayor de ellos era Juan Tomás y éste, en esas fechas, ya estaba novio con la muchacha que después sería su esposa. Entonces, los noviajes eran de paseo, banco, charlas y comer pipas.
Al atardecer, cuando daban de mano en sus ocupaciones laborales, se reunían en la concurridísima “esquina del Ratón” y allí pasaban el rato hasta que regresaban a casa para cenar. Según Juan José, los más jóvenes tenían curiosidad por conocer los temas que se relacionaban con las mujeres y entonces preguntaban a Juan Tomás por estar ya novio y éste, en una ocasión, les dijo que al acercarse a ella para pasear, antes de  saludarla, le tiraba un repisco en los cachetes. Aquella noticia les hizo reír mucho y Juan José ideó una acción para que el novio se acordara de sus malas costumbres repisqueras durante mucho tiempo.
Las mujeres salían de paseo en pandilla o en parejas y siempre iban cogidas del brazo. Los hombres revoloteaban a su alrededor y los que estaban interesados en alguna muchacha iban también en parejas, por esa razón Juan José y Juan Tomas la formaban para “echar un gancho”= “acercarse a una mujer para pasear o ennoviarse” pues, por su invidencia, necesitaba llevar un lazarillo a su lado para que lo pusiera al lado de la novia.
Un domingo ya habían acordado bajar al atardecer hasta “El Paseo” para charlar con las señoritas. Juan José se acordó de la historia que les contó sobre el “repisco” y se propuso hacerle a su amigo esa noche una jugarreta graciosa.
Juan José recogió a Juan Tomás en su casa, éste se cogió del brazo de su amigo y caminaron charlando hasta el lugar de encuentro. Cuando estuvieron en él le preguntó al lazarillo:
- ¿Han venido ya?
– Sí. Van delante de nosotros, no hables ahora que tienes una voz muy ronca y te pueden escuchar desde la ermita, así las pillaremos de espaldas cuando nos acerquemos… ¡Menuda sorpresa se van a llevar! – le contestó Juan José.
Aquella tarde la novia paseaba con su vecina, IsabelLa Ratona”-después se ennovió y casó con JuanEl Jamilenúo”-, Juan José lo cogió del brazo y, en esta ocasión, no lo puso al lado de su novia sino junto a Isabel… ¿Qué ocurrió?
Que a los dos segundos de llegar se escuchó un guantazo tan grande que sonó como el tambor de Santiagorro, Juan Tomás no comprendía lo que le había pasado y al recibir el golpe gritó:
- ¡Ayyy! ¿Qué coño ha pasado aquí?
Juan José se meaba de risa mientras Isabel le gritaba:
- ¡Juan Tomás, eres un sinvergüenza!
Cuando él escuchó la voz de Isabel se dio cuenta de que el culpable había sido el lazarillo y entonces le dijo:
- ¡“Esparteroooo”, me cago en la madre que te parió, me la tienes que pagar!


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