sábado, 6 de marzo de 2021

EL TEMPLO DE DIOS

                                             Colaboración de Paco Pérez

¿QUÉ ERA Y QUÉ DEBE SER?

El “Decálogo” es el conjunto de normas que Dios entregó a Moisés esculpidas en piedra. Partiendo de ese documento pétreo estableció la Alianza con el pueblo de Israel y en él les indicó qué debían hacer y qué no para que las relaciones de las personas entre si y con Dios fueran cordiales.
El TEMPLO es la casa de Dios y a él debemos acudir para ORAR, PEDIRLE PERDÓN por nuestros errores y AGRADECERLE lo que hemos recibido de Él pero… ¿Qué se hacía realmente en él cuando Jesús comenzó a predicar?
Actividades que eran contrarías a lo que Dios estableció y con ellas sólo consiguieron que fuera lo que no debía ser, lo dijo Jesús y está recogido en Mateo 21, 13: [Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en “cueva de ladrones”.].
El TEMPLO era una fuente de ingresos tan grande que permitía vivir muy bien a la casta sacerdotal, quienes debían encauzar la espiritualidad del pueblo; al poder político invasor; a los recaudadores de impuestos; a los comerciantes que en él vendían los animales, perfumes, semillas… y a muchas otras personas que trabajaban como policías, músicos, albañiles, orfebres, pintores… Esas actividades generaban grandes cantidades de dinero, proveniente de quienes menos tenían para vivir.
Como había tantos intereses personales de tipo lucrativo las palabras de Jesús no fueron bien recibidas al ser tan atrevido y valiente cuando denunció la verdad de lo que estaban haciendo con las gentes sencillas y porque iban dirigidas a los sacerdotes que negociaban con Dios al haber convertido el culto en un acto de idolatría al estar  el dinero detrás de todo aquel movimiento religioso; a los doctores de la Ley porque engañaban al pueblo sencillo con leyes que ellos se inventaban y sólo servían para que la religión fuera un conjunto de leyes y normas insoportables y al poder político-militar que también recibía dinero para su mantenimiento… ¡Todos ganaban dinero!
No debemos interpretar la acción violenta de Jesús como un reproche contra los comerciantes sino una forma de protestar contra el entramado del sistema corrupto que movía los hilos para que el dinero llegara a los poderes que en aquel momento histórico ocupaban los cargos y eso les permitía vivir en la opulencia mientras los pobres eran cada vez más pobres.
¿Se comprende mejor por qué fue crucificado Jesús y quienes fueron sus ejecutores?
¿El culto de nuestros días en los templos es el que nos pide Dios que hagamos o también practicamos el intercambio comercial?
Salvando las distancias temporales, si nos fijamos en los hechos es posible que encontremos unos comportamientos que tienen algo en común. Cuando pedimos a Dios algo le ofrecemos el encendido de velas o la realización de otras acciones que sean un sacrificio, éstas son las promesas. Cuando actuamos así lo que hacemos es comprar la voluntad de Dios, nos guste o no, pues le damos para que después nos dé Él… ¿Podemos tratar a Dios así?
Las personas, según Pablo, nos guiamos por influencias de pensamiento diferentes y él lo razonaba analizando los comportamientos de los tres modelos sociales que entonces había: Los JUDÍOS exigían signos visibles porque necesitaban palpar para confirmar su creencia pero tuvieron a Jesús delante, el mejor signo, y no lo reconocieron, dos mil años después siguen sin aceptar que Él era el MESÍAS, el signo visible que esperaban; los GRIEGOS anteponían la sabiduría a cualquier otra cosa porque desde la cuna ya pretendían bastarse a sí mismos y prescindir de Dios como fuente de salvación pero no se percataban que ese don sólo estaba en Jesús y, por último, los CRISTIANOS, nosotros sí reconocemos en Él esa sabiduría, lo aceptamos y hablamos de su mensaje pero no terminamos de volcarnos totalmente con su práctica porque seguimos anclados en la teoría y en las rutinas que nos han enseñado erróneamente, yo soy el primero que le fallo.

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