sábado, 22 de diciembre de 2012


4º Domingo
de
Adviento

Colaboración de Paco Pérez

En este último domingo de Adviento la lectura de Miqueas V, 1-4ª nos anuncia el nacimiento de Jesús y nos muestra cómo Dios siempre busca las cosas sencillas y cómo se nos manifiesta con un espíritu humilde, lo contrario de lo que hacemos los hombres. La mayoría hemos vivido, por nuestro déficit de humildad, por encima de nuestras posibilidades económicas y por ello la sociedad atraviesa la situación actual de crisis. Los poderosos nos están ahogando, es cierto, pero nosotros también hemos jugado a ser grandes y por eso es ahora más grave la caída:
[Así dice el Señor: “Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz.]
De no ser Dios así hubiera elegido para el nacimiento de su Hijo un palacio y una ciudad majestosa y por el contrario lo hizo en una población humilde, Belén.

 En LUCAS I, 39-45 encontramos a dos mujeres como protagonistas. Isabel es bendecida con un hijo e iluminada por Dios para profetizar el nacimiento de Jesús.
María se nos muestra como un ejemplo de responsabilidad con el acto de acudir a casa de Isabel para estar donde nos necesitan en el momento preciso. Ahora nos desplazamos con suma facilidad, antes no. A pesar de ello acude para cuidar a su prima:
[En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena  de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»]
Estas dos mujeres son un ejemplo palpable, para mí, de que la actitud que han tomado ciertos colectivos de féminas contra la religión es un error y que siendo cierto que en ciertos pasajes bíblicos no quedan bien consideradas en éste encontramos una prueba de lo contrario… ¿No será que el hombre siempre interpreta mal el deseo de Dios y lo aplica históricamente según sus conveniencias?
Creo que sería bueno comenzar a pensar, por estos y otros ejemplos, que la mujer no es, ni fue,  marginada por Dios.

En el texto de HEBREOS 10,5-10 encontramos la noticia por la que se nos regala el motivo razonable que nos mueva a estar ilusionados con la llegada de la Navidad:
[Hermanos: Cuando Cristo entró en el mundo dijo: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh Dios para hacer tu voluntad”. Primero dice: “No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni victimas expiatorias”, que se ofrecen según la Ley. Después añade: “Aquí estoy para hacer tu voluntad”. Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.]
De esta lectura podemos sacar la conclusión de que Jesús, en el momento de nacer en la “Noche Buena” adopta una actitud positiva para el hombre al ofrecer su existencia al Padre en favor de los seres humanos, nosotros.
Esta noticia nos regala la ESPERANZA de que el sacrificio de Cristo tiene lugar de una vez para siempre y no consiste tanto en la inmolación de una víctima, cuanto en la comunión con el Padre, a la que todos somos invitados.




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