domingo, 23 de diciembre de 2012




Partiendo de un hecho histórico religioso, el NACIMIENTO de Jesús, el día 25 de diciembre es una fecha en la que las familias se reúnen para convivir de una manera más especial. Ese acontecimiento religioso revolucionó la historia de la humanidad, en aquellos tiempos lo hizo en una dimensión localista y, con el paso de los años, de una manera más amplia.
¿Damos a la fiesta el verdadero sentido de su celebración?

Cada cual, según sus creencias, la enfoca de una manera diferente.
Quienes no son creyentes practican el sentimiento de familia y viajan, desde lejanos pueblos y ciudades hasta el lugar donde vieron por primera vez la luz, para reunirse con sus seres más queridos.
Sería lamentable que los cristianos nos quedáramos solamente en la parte externa o festiva y que no dedicáramos un tiempo a RECORDAR y REFLEXIONAR sobre el MISTERIO del “Nacimiento de Jesús en Belén”.
Donde coincidimos todos los humanos, creyentes o no, es en los formatos de la celebración y en el intercambio de los regalos.
Las polémicas siempre están presentes y en estas fechas los animales del belén han levantado sus comentarios (con el poco ruido que hacen ellos en los belenes), por cierto, no ajustados a la verdad. Creo que este hecho sí se ha debido a la falta de entendederas de quien levantó la liebre sin leer el texto del Papa, a la incultura popular por no buscar información veraz y a la intencionalidad de los anticristianos.
Todas estas polémicas son fruto de la cultura basura en que nos han metido los medios amorales que nos bombardean a diario la cabeza cuando entran en nuestros hogares sin pedir permiso.
Un no creyente debe de pasar de lo que diga el Papa y permitir que él también tenga su libertad para hablar y actuar… ¿Por qué son algunos tan comprensivos con otras culturas y religiones y tan guerreros con la IGLESIA de CRISTO?
Porque un cristiano verdadero sólo se preocupa de hacer el bien, permite que todos los pájaros vuelen y pasa de polémicas. Los no creyentes, en cambio, desean que todos meemos en el mismo tiesto que ellos.
San Francisco de Asís fue quien ideó la escenificación del primer “Pesebre” o “Belén” hace ya algunos siglos, fue en la Edad Media y le empujo a hacerlo su profundo amor al “hombre-Jesús”. Este sentimiento, posiblemente, se vio incrementado después de su visita a la Tierra Santa y al pesebre que se halla en Santa María la Mayor, en Roma; pero lo que sin duda influyó más en él fue el deseo de hacer la Navidad más cercana al pueblo y por ello la ideó cargada de elementos totalmente reales. Por esa forma de pensar y de sentir organizó la famosa celebración de la Navidad en Greccio (Italia); quería revivir, lo más fielmente posible, lo que debió de ocurrir en aquel establo de Belén.
No podemos olvidarnos, mientras viajamos por esta realidad histórica, del papel que desempeñó un hombre de gran corazón y muy rico en bienes materiales, se llamaba Juan. Era muy amigo de San Francisco y él fue quien lo preparó todo en la gruta por encargo detallado del santo. Este señor puso la región de Greccio a disposición de los pobres de Asís.
Relata Tomás de Celano que, a pesar de su alta alcurnia y de su destacada posición, «no daba ninguna importancia a la nobleza de la sangre y sí mucha a la del alma que trataba de alcanzar». Por eso se había ganado el amor de San Francisco.
Las consecuencias que se derivaron de aquella celebración de la Navidad en la gruta las sintetiza de manera sencilla Tomás de Celano así: [A ese Juan, en aquella noche, se le otorgó la gracia de una visión. Por ella vio que en el pesebre yacía un pequeño niño inmóvil, el cual se despertó de su sueño al aproximarse San Francisco.
Esta visión correspondía a lo que efectivamente ocurrió, pues el niño Jesús se hallaba dormido a la sazón por estar olvidado en muchos corazones. Pero, a través de su siervo Francisco, se despertó el recuerdo de él y se imprimió imperecederamente en su memoria».]
Ahora, cada cual es libre de pensar lo que desee pero yo me quedo con lo bueno que he aprendido de estos dos personajes históricos, unos temas invisibles que merecen ser MEDITADOS:
1.- San Francisco procedía de una familia acomodada, abandona la comodidad de su posición social y dedica el resto de sus días a ayudar a los necesitados practicando la austeridad. Como tenía seguidores, este comportamiento le hizo ser cuestionado por algunos de ellos pero él siguió su camino y permitió que todos expresaran sus opiniones y que procedieran en conciencia.
Juan es otro ejemplo que nos muestra cómo cede sus propiedades de la región de Greccio para que las exploten los pobres de Asís, el pueblo de San Francisco.
Ambos siguen la misma línea, el amor al prójimo.
2.- San Francisco escenificó el “pesebre viviente” en la gruta  porque comprendió que la Navidad había nacido en un marco de pobreza y de dolor y que para abrazar y seguir al Jesús del pesebre había que recibirlo esa noche volviendo a vivir la escena histórica en unas condiciones similares. Esa escenificación haría que los corazones de los presentes abrazaran al verdadero Jesús de la historia, ese que estaba ya muy olvidado y que nosotros también lo tenemos marginado ahora en un pequeño rincón de nuestros corazones.
¿Se comprende ahora un poco mejor la conducta de San Francisco y el verdadero sentido de la Navidad?
La pelota está ahora en nuestro tejado y tenemos dos caminos:
1.- Seguir olvidándonos de lo que nos enseñó San Francisco.
2. Modificar nuestras celebraciones navideñas.
Hay quienes recelan de la autenticidad de estos hechos históricos pero un cristiano tiene que conocer las fuentes que sustentan las verdades de su religión. Tomo prestado del Papa estos textos que están publicados en:

EL BUEY Y EL ASNO EN EL PESEBRE
JOSEPH RATZINGER
EL ROSTRO DE DIOS
Sígueme. Salamanca 1983


[El buey y el asno no son simples productos de la fantasía; se han convertido, por la fe de la iglesia, en la unidad del antiguo y nuevo testamento, en los acompañantes del acontecimiento navideño.
En efecto, en Isaías 1,3 se dice concretamente: «Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento».]

¿Cómo se interpretan estas palabras por el Papa?
[El que no conoció fue Herodes, el cual tampoco comprende nada cuando se le anuncia el nacimiento del Niño. Sólo sabe de su afán de dominio y de su ambición de mando y de la manía persecutoria correspondiente y, por ello, se hallaba profundamente cegado (Mt 2,3).
El que no conoció fue también «todo Jerusalén con él».
Quienes no conocieron fueron los hombres vestidos lujosamente, las gentes importantes (Mt 11,8).
Los que no conocieron fueron los señores sabihondos, los entendidos en Biblia, los especialistas en la interpretación de la Sagrada Escritura, los cuales conocían con exactitud los pasajes de la Biblia y, sin embargo, no entendían una palabra (Mt 2,6).
Los que sí conocieron, comparados con esta famosa gentecilla del «buey y el asno» fueron: los pastores, los magos, María y José.
¿Podía ser de otra manera?
En el establo donde él se encuentra no se ve gente fina, allí están como en su casa el buey y el asno.]
Ahora nos llega a nosotros el turno y tenemos que elegir el equipo con el que deseamos jugar esta Navidad el partido.

Nuestros mejores deseos para todos los villargordeños y para quienes, no siendo lugareños, se asomaron a esta ventana. 

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