martes, 17 de junio de 2014

DAMAS DE NOCHE IV

VIAJERO EN ATOCHA
Colaboración de José Martínez Ramírez
Este poema se lo dedico a Domingo López Jiménez “Chacal”, un buen amigo.             

En la estación de Atocha
tocaba bien la guitarra,
sonreía mientras lo hacía.
De Espeluy, no de Navarra,
cargado de dudas venía,
llegaba con besos y gana
por ver si venía el día,
perfumado y con garra.

Con una luna, y no mentía,
tatuada en su espalda
me dijo que no huiría,
si la invitaba a una farra.

Así que la llevé a una croquetería
y allí se dejó muy olvidada,
aquella que nunca mentía,
antes de llegar a Joy Eslava.
Qué hotelito buscaría
que, al pagar, toqué a casi nada.
Las musas me advertían,
la cartera te será limpiada.

Con una luna, y no mentía,
tatuada en su espalda
me dijo que no huiría,
si la invitaba a una farra.

Antes de partir tenía
la misma risa, aliada,
que cuando la conocí.
La dejo bien diezmada,
la fiesta no quise destruir,
a una mujer casi sagrada,
así que me dejé dormir.

Con una luna, y no mentía,
tatuada en su espalda
me dijo que no huiría,
si la invitaba a una farra.



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