domingo, 29 de marzo de 2015

PASIÓN DE JESÚS

Colaboración de Paco Pérez

LA MENTIRA TRIUNFA ENTRE LOS HUMANOS, LA VERDAD NOS ABRE LAS PUERTAS DEL REINO
Isaías nos muestra la figura de una persona que sufre y de ahí que proclame la conveniencia de una mentalización colectiva que  ayude a comprender, a quienes están próximos a él, que siempre deberemos de tener gestos y palabras que le ayuden a salir adelante sin traumas. Si nos comportamos bien con el sufriente, tal vez, cuando reciba los efectos abrasadores de la injusticia humana pueda pasar ese desierto con más facilidad.

Pablo, nos recuerda hoy el comportamiento que tuvo Jesús con sus contemporáneos y así nos muestra cómo debemos proceder con el prójimo, nos enseña la humildad como camino: <Él, siendo el más grande, se hizo el más pequeño.>.
Los hombres no hemos prestado atención a sus sencillas acciones o somos tan tozudos que todavía no hemos aprendido la lección y por eso nos encanta subirnos a la parra más de la cuenta, así nos ven los demás mejor y se dan cuenta de lo importantes que somos.
Jesús atravesó el desierto de la incomprensión por parte de quienes guiaban al pueblo en el campo de la religión, ellos son los que maquinan el plan que les permitiría matar a Jesús; esa acción también les reportaría la ventaja de anular el movimiento social de incondicionales que lo sigue y, finalmente, poniendo estas acusaciones ante los romanos, éstos intentarían evitarlas para evitar poner en peligro su presencia entre ellos. Si se cumplían sus planes Jesús acabaría siendo el culpable de todo, moriría por ello y sus seguidores dejarían de ser un peligro para todos, religión y política.
¿Qué conclusión sacamos de lo leído?
Me ha encantado comprobar que ISAÍAS 50, 4-7 anticipa maravillosamente qué sucede a quienes pasan por la situación injusta del rechazo social cuando su delito es proponerles o hacerles cosas buenas, siendo la INCOMPRENSIÓN lo que reciben como respuesta. Los mismos discípulos no dan la talla, los ejemplos de Judas y Pedro son válidos.
Una vez más, con la “Pasión de Jesús”, cobra actualidad uno de los grandes problemas de la humanidad: <Unos pocos llevan a la mayoría por el camino que les interesa y, para conseguirlo, se valen de la mentira, de la incultura del pueblo y de la manipulación de los instrumentos mediáticos que les ayudan a presentar lo falso como verdadero>.
En tiempos de Jesús los hombres que integraban el Sanedrín convencieron con falsedades a la autoridad política, Pilato. Ellos fueron los manipuladores y por eso Jesús pasó de ser tenido como un buen hombre a ser declarado culpable. Lo hicieron apoyados en cargos que provenían de un terreno no tangible, la espiritualidad que generaba la creencia en Dios.
La superstición de Pilato y el afán que acompaña a todo gobernante de agarrarse al sillón hicieron que todo se volviera contra el INOCENTE y de ahí que lo traicionara Judas, lo rechazara parte del pueblo, lo negara Pedro y se escondiera la mayoría.
El silencio de Jesús ante quienes lo acusan es una enseñanza para los hombres de todos los tiempos. Para afirmarlo me baso en: <Con anterioridad Él les dijo que era la VERDAD, ya había hecho portentos ante ellos, les comunicó quién era pero no les fue suficiente la prueba y no lo creyeron.>
No debemos de esforzarnos en demostrar nuestra realidad cuando la MENTIRA ya  ha conseguido triunfar sobre la VERDAD y, además, haciéndolo sin pruebas… ¿No habéis pensado que, en nuestros días, se está repitiendo con demasiada frecuencia esta estrategia para triunfar en cualquier área de poder?
Una mentira ingeniosa se repite muchas veces con fuerza para ocultar la verdad y la turba consiente que los “barrabás” de nuestros días sean vitoreados y coronados. El pueblo llano se dio cuenta de su error cuando “Jesús murió y resucitó”.

En nuestros días, el pueblo llano=ciudadanía lleva muchos años siendo tratado de manera injusta por los poderes públicos que dicen defender sus intereses y, a pesar de que sabemos que nos extorsionan de manera vergonzosa, nunca les respondemos con inteligencia para evitar que sigan consumando el martirio de los inocentes… ¿Hay que esperar a que nos ocurra como a Jesús en el relato de la Pasión?



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