sábado, 31 de octubre de 2015

JESÚS Y LOS POBRES

Colaboración de Paco Pérez
Jesús siempre estuvo con los marginados, los pobres todavía lo están, y de ahí que el mensaje de las “bienaventuranzas”, tal vez, fuera una forma de anunciar a los pobres que Dios conoce su sufrimiento y que deben confiar en Él mientras estén en esta vida porque les regalará su liberación.
No hay que entenderlas como una relación de normas para regular la conducta del hombre y tampoco como una fórmula de consuelo que nos permita esperar la llegada del más allá. De hacerlo así estaríamos dando por hecho que el “Reino de Dios” que Jesús anunció es equivalente al “Reino de los Cielos” en la otra vida.
tenemos que mirarlas como una buena noticia para los pobres, aquellos que siempre resultan perjudicados con las acciones que se derivan de la maldad que aplican los otros hombres al prójimo. Si Jesús llamó dichosos a los pobres y les dijo que se alegraran fue porque iban a dejar de serlo pues llegaba la justicia, Él la enseñaba y sólo faltaba aplicarla.
Las “bienaventuranzas”, también eran conocidas como “macarismos”, están presentes en otras culturas y en el AT hay muchos textos que se corresponden con ellas. A pesar de ello hay que reconocer que en este tema hay solamente una preocupación en Jesús: [Que sean felices los pobres.]. En ésta se resumen todas.
Cuando Jesús dijo “felices los pobres…” nos anunciaba que Dios siempre está de su parte. No les llamó así porque fueran más buenos que los demás sino porque eran pobres. 
En todos los tiempos, el hombre, siempre se ha planteado esta pregunta… ¿Quiénes son, realmente, los pobres de las bienaventuranzas?

Lucas habla de “pobres” y Mateo de “pobres de espíritu”. Para mí, lo importante es hacia dónde va dirigida la preocupación de  Jesús y por qué. Los evangelistas se dirigían a sociedades con unas problemáticas concretas y por eso cambia el tratamiento que cada uno dirige a ellas. Aunque lo hicieron de manera diferente los dos, la realidad es que sólo pretendían enseñarles el verdadero sentido de las palabras de Jesús: [Dios regala su Reino a los pobres del mundo.].
Jesús, además de ese mensaje, nos enseñó que para Dios el cumplimiento de las normas morales no es el criterio que usa para aplicarnos su benevolencia y que estaba del lado de los pobres.

La pobreza debe ser rechazada, combatida y eliminada porque no es algo que el hombre elige y sí un sufrimiento que padece como consecuencia del abuso que unos pocos ejercen sobre una mayoría.
Cuando Jesús les enseñó las bienaventuranzas no dijo: [Dichosos ustedes, los pobres.]. Lo que sí dijo fue: [Dichosos nosotros, los pobres.].
Quienes siguen a Jesús, y en cualquiera de las formas de la adversidad sufren contratiempos, no olvidarán que éstos deben ser entendidos en clave bíblica: [Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.].
Al final de los tiempos, quienes han seguido el camino que les mostró Jesús y han padecido los abusos derivados de las injusticias de los poderes egoístas durante ese caminar, haciéndolo con la dignidad de “hijos de Dios”, serán premiados y dotados de la vestimenta blanca de la pureza para que sean reconocidos y diferenciados cuando estén en el Reino prometido por Jesús y ante el Padre.

Los hombres, por deseo expreso del Padre, tenemos en la Tierra la condición de “hijos de Dios” y todavía no se ha manifestado sobre lo que seremos. Cuando estemos ante Él se manifestará al hombre, según se nos ha dicho, lo veremos tal cual es y entonces comprobaremos que somos “semejantes” a Él.






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