martes, 8 de diciembre de 2015

CUARENTA Y CUATRO AÑOS DESPUÉS

Colaboración de Paco Pérez

El día 30 de noviembre, desayunando en Nerja, hablaba con Mari de temas variados y, sin poder decir cómo, nos acordamos de que era San Andrés, el santo de nuestra nieta Andrea. Mi esposa, muy familiarizada con las frases de sus mayores, recordó una que la abuela María Juliana pronunciaba siempre en este día:
- Dichoso mes que empieza con “Los Santos” y acaba con “San Andrés”.

Antiguamente era muy corriente pronunciarlas, no sólo en la fecha adecuada sino cuando la ocasión lo propiciaba. Así de fácil pasaban de generación en generación y por tradición oral porque, como no había TV, de algo tenían que hablar cuando se sentaban en la puerta de la calle en el verano para tomar el fresco o junto a la lumbre de la cocina para mitigar el frío. Aún se escuchan en el pueblo  algunas como ésta porque todavía viven personas que convivieron con esa cultura y ahora lo hacen con la actual, dos formatos diametralmente opuestos. Por esta razón no se han perdido todavía pero no tardarán mucho en hacerlo porque… ¿Quién las recordará en nuestra familia cuando Mari desaparezca?
Creo que, siendo sumamente objetivo, nadie. Lo afirmo así porque a nuestros peques estas cosas no les dicen nada y sólo se las podríamos comunicar, si acaso, alguna vez y de manera ocasional pero no frecuentemente como ocurría antes, pues de hacerlo nos dirían de inmediato:
- ¡¡¡Abueeelooo, ya estás otra vez con esas tonterías!!!
Hablábamos de estas cosas, viajando de una a otras, porque el recuerdo se activó cuando escuchó la fecha mágica, 30 de noviembre, y por ella viajé retrospectivamente hasta el día de San Andrés del año 1971, cuando lo hice recordé algunos hechos militares  que viví y que estaban relacionados con esa fecha, después le dije a mi esposa:
- La coincidencia ha querido que cuarenta y cuatro años después se repitan en este día unas acciones que guardan una gran similitud.
Mari quedó muy sorprendida con esas palabras pues no sabía por dónde le iba a salir con mis recuerdos esta vez y me dijo:
- ¡¡¡Pues sí que has viajado lejos en esta ocasión!!!
Continué desvelándole las imágenes que brotaban de mi interior con fuerza y atropelladamente, como sale el agua de un manantial cuando la bolsa es pinchada por la máquina de perforación.
Un 8 de octubre de 1971 me marché destinado al Campamento “Álvarez de Sotomayor”, Viator (Almería) y lo hice por traslado desde Jaén, al haber ascendido a “cabo primero”. Este desplazamiento ocurrió porque durante mi etapa de soldado en el Acuartelamiento de CaballeríaAlcántara X” fuimos propuestos por el teniente, dos “cabos rojos”, para ascender. Ambos no lo deseábamos y se lo comunicamos, él no atendió nuestros argumentos y nos obligó a ir a Granada para examinarnos. El día fijado viajamos, nos examinamos y esperamos hasta que nos comunicaron los resultados. Cuando un capitán vino hasta nosotros para informarnos de los resultados recibimos una gran sorpresa, habíamos aprobado pero no podíamos retornar a Jaén porque no había plazas y por ello habíamos sido destinados al Campamento “Álvarez de Sotomayor”, Viator (Almería), ese hecho insólito sólo afectó al compañero y a mí.
Un 8 de octubre de 2015, ya habían transcurrido cuarenta y cuatro años del anterior, también viaje pero ahora las circunstancias que me llevaron hasta Nerja (Málaga) fueron de tipo familiar.
En ambas me ausenté temporalmente del pueblo, aunque con una diferencia sustancial, en 1971 lo hice obligado y en 2015 por propia voluntad e ilusionado porque la familia deseábamos experimentar qué tal se estaba allí en el otoño pues este año ya no teníamos obligaciones que atender y que nos impidieran irnos.
Como toda acción de ausentarse de un lugar lleva aparejada otra de regreso pues en este caso también ocurrió.
Donde más coincidencia hay es en el regreso, el día 30 de noviembre, ocurrió en 1971 y en 2015. En esos días volví al pueblo por la tarde, de manera voluntaria y todo estuvo programado con antelación. Mari ya no se acordaba de este hecho y entonces tuve que ponerla al día.
Llevaba poco tiempo en el Campamento, ya estaba totalmente acoplado en la Cía. con mis nuevas funciones de cabo 1º, en este destino mi trato con los compañeros y oficiales era excelente porque cumplía escrupulosamente en el trabajo. Por esas buenas relaciones decidí aprovechar la circunstancia favorable para poner en marcha, con tiempo suficiente, el protocolo oficial reglamentario que había para solicitar que se me concediera, en diciembre, el mes de permiso reglamentario que todavía no había disfrutado en Jaén.
Lo hice dirigiéndome al capitán de la XVII Compañía del V Batallón, D. José Mª Gómez Ibarrondo; un profesional total porque era recto y muy justo, por ello era muy querido por todos.
Gestionó mi solicitud y, transcurridos unos días, me confirmaron la concesión del permiso por escrito. Llegado el momento, como me llevaba muy bien con el teniente, éste me autorizó de palabra que regresara a casa la tarde del 30 de noviembre, algo inusual, pues el permiso oficial comenzaba el día 1 de diciembre.
La noche de antes preparé el “petate” y salí de la Cía. zumbando al mediodía, al concluir los trabajos, para llegar a tiempo a la estación férrea de Huercal-Viator, que estaba del Campamento a unos 4 Kms., y no esperar hasta el día siguiente.
Esta decisión me impidió poder utilizar el billete que nos daba el Ejército para viajar a casa y por eso tuve que pagármelo… ¡¡¡Lo hice encantado!!!
Ahora, en el 2015, el regreso estaba previsto para el día 10 de diciembre y, como en Nerja ya había bajado algo el termómetro, pues decidimos adelantar el viaje de vuelta porque ya no eran las temperaturas tan agradables, sobre todo al atardecer. También regresamos contentos en esta ocasión, esta vez fue en coche, porque abrazaríamos a la familia después de una larga temporada. Esta parte se cumplió nada más llegar porque al primero que vimos y abrazamos fue a nuestro hijo Luís Ángel y a sus hijos.
Cuando abrimos la puerta de la casa y pasamos a su interior, nos entraron ganas de regresar otra vez debido a que había un diferencial de temperatura abismal, 20º en el salón de la vivienda de Nerja y aquí 8º. Para mitigar el problema, rápidamente pusimos en marcha el protocolo de la calefacción pero, sorpresa… ¡¡¡No funcionaba y no os podéis ni imaginar el pataleo que tuvimos que tener para poder solucionar algo el problema!!!
Al día siguiente conecté los ordenadores y ambos me decían que no había conexión a Internet. No me sorprendió que el de casa respondiera así de perro después de haberse pasado dos meses de vacaciones pero no comprendía que el portátil se comportara igual habiéndolo usado allí unas horas antes. Pues también tuve que pasarme ese día tocando aquí y allá en ambos hasta que pude descubrir algo para salir del paso y apañarme hasta que pudiera normalizarlos.
Mari, por otro lado, tampoco paró desde que regresamos pues estuvo solucionando la habitabilidad de la casa, a pesar de que lo había dejado todo, antes de marcharnos, arreglado y con las puertas de las habitaciones bien cerradas.
El tercer día viajamos a Jaén por la tarde y, como la edad nos lleva ya a no tener ganas de ajetreos para resolver problemas porque sólo queremos disfrutar de tranquilidad allá donde estemos y tomar un caldo caliente que nos reconforte el cuerpo entelerido en estas gélidas fechas, le dije a Mari mientras tomábamos un café con churros en la cafetería “Colón” de la capital… ¡¡¡Si lo sé no me vengo!!!
Como es lógico, lo que nos deparó aquel regreso y lo que hemos vivido en éste no tienen nada en común. Entonces, desde el primer día, nos pasamos un mes de diciembre inolvidable por volver a estar juntos y por las cosas propias de la Navidad. Ahora ya hemos visto lo que nos esperaba nada más llegar, solucionar problemas.
Espero que todo marche con normalidad, durante el resto del mes,  y ya será más que suficiente para nosotros. Lo más importante de todo es que no tendré que regresar a la mili el día 1 de enero de 2016 y así, al aproximarse estos días tan entrañables, si tenemos gana de marcha, podremos recordar las viejas costumbres de los años jóvenes.


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