miércoles, 16 de diciembre de 2015

EL VINO, COMPAÑERO EN EL DESIERTO DE LA SOLEDAD

Capítulo II
  Colaboración de José Martínez Ramírez



                     II

Ya no me conoce la alegría…
Hombre que soy, creo, de vuelos
imprevistos de la zorrería.

Me gustaría ser, por los pelos,
como el vino que malvendía
pues, ser lo que es y no saberlo,
hace grande al vino que ofrecía.

                    III
Algunas veces estás espeso
y otras fresco y afrutado.

Es tu nombre muy travieso
ya que, en la lengua hablado,
gira en el entendimiento.

                    IV
Llegas, en botella o a granel,
con un sueño en la piel
y, en un rincón nos condenas,
como a las hojas muertas.

Arrastras a divinos hasta tu miel,
sacias a los humanos su sed,
para muchos eres su bandera
y, en ti, tampoco el tiempo espera.

Brindaban Fernando e Isabel
por la eternidad del moscatel,
los nobles lo hacían con ribera,
y la plebe con lo que hubiera.

En estos tiempos brinda el infiel
con rarezas y salta como un corcel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario