jueves, 4 de enero de 2018

AQUÍ SIGO, AMADA MUSA

Colaboración de José Martínez Ramírez
I
Cuando acabó el verano en el Guadalquivir,
me quedé solo esperando que tendiera
alguien su mano y, por la carretera,
que te fuiste sin apenas volverte y decir,

los besos que dimos no eran cualquiera…
Tenía que haber cogido tu mano, tan bella,
para decirte que este cobarde no sabe mentir.
Que nada existe si no estás junto a mí.

Después llegó una larga sombra de tristeza
en silencio, por las noches, viéndola venir
lenta y lacerante, a veces, aún se reinventa.

Un torbellino de polvo y hojas muertas,
sombrías lágrimas eran el aire que ingerí.
Y aquí sigo, amada musa, pensando en ti.


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