martes, 30 de enero de 2018

LA LUNA Y EL GILIDEMONT


Colaboración de José Martínez Ramírez

Jugaba la Luna en primavera
y el niño, solo y sorprendido,
la contemplaba transido,
queriendo coger su esfera.
 
Ella, invitaba a tocar su cera,
él, la tomaba sin hacer ruido
mientras le susurraba al oído…
¡Cómo te amo Luna lunera!
Siempre contigo te sintiera
como nunca yo he sentido,
siempre estarás conmigo…
¡Sube a esta biosfera!

Pero el frío hizo que cayera
triste, solo y aburrido…
¡Y ya no quería mirar el niño
nada más que a la Tierra!

Más años de los que hubiera
querido pasaron de un suspiro
y probó, con mucho cuido,
lo que la madre naturaleza

con dulzura en sus labios pusiera
y una tarde quedó dormido.
Sobre la hierba estaba tendido,
al despertar se desperezó
y con asombro contempló
a la Luna, soltando un suspiro.

Y otra vez, a su querido,
en sus ojos hizo que lloviera.
Yo sólo buscaba la primavera…
¡Cómo te sigo amando, Luna lunera!


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