sábado, 21 de septiembre de 2019

EL DIOS DINERO


Colaboración de Paco Pérez
¿QUÉ NOS EMPUJA A SEGUIRLO?
El plan de Dios para los hombres todavía necesita ser aplicado porque Jesús colocó al prójimo como el punto de referencia que serviría para medir el comportamiento humano en sus relaciones sociales y por eso debemos preguntarnos… ¿Lo tratamos con verdadero amor de hermanos practicando con él la verdad, la justicia, la generosidad, la igualdad…? o ¿Lo hacemos con actitud egoísta anteponiendo a su bienestar nuestra ambición?
Las personas nacemos y morimos pero quien nunca muere es el egoísmo… ¿Por qué será?

Como éste necesita pisotear la justicia para triunfar pues nunca se acuerda de autoimponerse un tope que le impida seguir acumulando y tampoco se lo imponen las instituciones mediante la aprobación de leyes que impidan a las personas abusar con un enriquecimiento excesivo. Por ello, al amparo de estas realidades, se ha impuesto en nuestros días la moda de actuar intentando ingresar más de lo que se necesita o se tiene.
Lo que sí ha experimentado un sustancial cambio es el refinamiento de los procedimientos delictivos que se utilizan para conseguir unos mayores beneficios y así lo que está ocurriendo ahora es que quienes menos tienen cada vez estén en peor situación porque se está propiciando que haya más paro, rentas mínimas, desahucios, indigencia, inestabilidad social, fraude, robos, asesinatos…
Si viajamos al pasado con la Biblia comprobaremos que antes de Jesús también tenían estos problemas, que Dios siempre se preocupó de impedir estos desmanes y que por mediación de los profetas les denunciaba las irregularidades de comportamiento social que había, así es como intentaba corregirlas.
Para comprobar lo dicho debemos leer AMÓS 8, 4-7: [Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?»
Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo.
Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones. ].
El egoísmo denunciado aquí utilizaba todas las artes negativas de entonces para conseguir ganar más, incluso pisoteaban los cumplimientos religiosos para comerciar.
Ante los desmanes que entonces también había Pablo intentaba orientarlos y les enseña el gran valor de la oración, les recomendaba cómo debían hacerla y les mostraba el papel de intermediario que desempeña Jesús entre Dios y los hombres.
Confirmemos sus consejos leyendo 1ª TIMOTEO 2, 5-8: [Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol -digo la verdad, no miento-, maestro de los gentiles en fe y verdad.
Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.].
¿Rezamos según el consejo de Pablo o lo hacemos con la tradición aprendida de nuestros mayores?
Ahora que cada cual se plantee cómo reza… ¿Buscando en los templos las imágenes o dirigiéndose a Jesús?
Ya va siendo hora de que nos aclaremos las ideas porque los que deberían hacerlo no están muy empeñados en comprometerse con abordar esa realidad.

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