martes, 11 de febrero de 2020

CAMBIAR ES DIFÍCIL, IMPOSIBLE NO

Colaboración de Paco Pérez
SI APLICAMOS NORMAS CON RIGOR
Mis paseos matinales suelo hacerlos por los alrededores del pueblo, hoy ha sido uno de ellos, y he pasado por el parquecillo que tenemos en la Carretera de Torrequebradilla, junto al taller mecánico “El Pereto”.
Caminando por su interior he observado cómo el personal de limpieza municipal se afanaban en retirar la basura que los visitantes vespertinos y nocturnos habían dejado en él. No es la primera vez que también me he encontrado esta realidad urbana en otros espacios y, la verdad, siempre he reaccionado mal porque me he sentido impotente ante el atropello permanente que los visitantes hacen en un lugar público que está dedicado al ocio y al descanso y, cómo no… ¡Cabreándome con el modelo social que estamos permitiendo crecer los ciudadanos con nuestra dejadez a la hora de protestar ante las autoridades porque no aplican normas correctoras efectivas contra estos actos!

Tomé estas pruebas fotográficas para demostrar los malos hábitos que tienen nuestros retoños: Las cáscaras de pipas que aún quedaban diseminadas por el suelo y los envases de lo que ingieren en sus reuniones.


El objetivo de estas líneas es concienciar a todos sobre lo que no está bien e intentar mejorarlo.
El día anterior había leído un escrito que recibí de un conocido, “La teoría de las ventanas rotas”. La casualidad hizo que veinticuatro horas después presenciara esas escenas lamentables de suciedad en ese lugar y como nuestra realidad guardaba alguna conexión con el contenido del texto pues decidí mostrarlo para que nos percatemos de que en otros lugares, mucho antes que aquí, también pasaban estas cosas pero tomaron medidas para corregir sus problemas, que eran más difíciles que las nuestros, y entonces me pregunté… ¿Somos los “españoles” más demócratas que los “yanquis” o más gi_ _ ­_ _ _ _ _ _?
Creo que tenemos más de lo segundo que de lo primero porque con esa cualidad algunos nacen, crecen y mueren pero con la otra no, ésta necesita ser mamada, asimilada y praticada.
Al desaparecer la “dictadura” los españoles nos regalamos un modelo de gobernanza que lo aprobamos en Referéndum, previo consenso de todos los partidos políticos, el día 6 de diciembre de 1978. Ese día, guste o no a ciertos sectores, nació nuestro actual modelo de “Monarquía Parlamentaria” y unos años después nos ponían de ejemplo cuando se estudiaban las formas de gobierno en las universidades del mundo porque se maravillaban de que lo hubiéramos logrado tan “pacífica y democráticamente”.
Unos años después hemos cambiado ese modelo ejemplar por una representación cómica debido a que en el huerto de España hemos empleado a unos malos hortelanos, éstos no han cultivado bien y nos han crecido de manera incontrolada toda clase de plantas poco recomendables para el funcionamiento normal de nuestro país, comunidad autónoma o pueblo. Por ello, al no recibir éstas los cuidados correctos, los frutos que se vienen cosechando no son los adecuados y de ahí que estemos recogiendo lo que nos merecemos.
Esta realidad nacional me recuerda mucho a la situación de una familia villargordeña que también fue muy lamentable y un día, hablando con un amigo de ella, en pocas palabras me radiografió el porqué de los problemas que tenían:
- Paco, piensa un poco… ¿Qué puede dar una higuera?
Qué razón llevaba con ese símil y con el recuerdo de él ahora compruebo porqué la higuera de España no está capacitada para dar buenos gobernantes… ¡Cómo van a darlos si sólo se preocuparon los que estaban al frente de cultivar a las futuras generaciones con el sectarismo y el odio!
Busquemos en las higueras de Cataluña, Navarra y el País Vasco para después preguntarnos… ¿Nos podemos quejar de lo que tenemos ahora por culpa de sus hortelanos?
Que el lector medite y respondan objetivamente sobre lo que nos pasa en todos los campos de la convivencia.
Los españoles también tenemos culpa porque hemos consentido, al votar, que todos los “corruptos” no estén en la cárcel, aún quedan por entrar muchos; que los “políticos” no hayan tenido c­_ _ _ _ _ _ para aplicar ya a los “separatistas” la Constitución; que las “mentiras” de las campañas electorales no las tengamos en cuenta después a la hora de elegir nuestra papeleta; que gobiernen preocupados sólo del sillón y no de los problemas que afectan a los españoles; que sigan enfrentando al pueblo con la historia sesgada de “Las dos Españas”
Decidí escribir este texto por el dolor que me causa lo dicho y por lo que a diario leo en la prensa, veo en la TV, escucho en la radio, hablo con la gente en la tienda y en la calle y, sobre todo, porque considero que algo diferente debemos hacer todos, y mucho más, nuestras autoridades locales, regionales y nacionales para acabar con la situación degradante en que nos hemos metido.
Para ello comencé, al llegar a casa, por descargar el texto que os voy a mostrar tal y como lo recibí para que vosotros lo conozcáis y después juzguéis si la medicina que se ofrece en él para intentar solucionar los problemas que tienen un origen común es acertada o no, lo bueno que tiene es que dejó de ser teoría pues ya ha sido aplicada con buenos resultados en lugares muchísimo más avanzados en “democracia” y “conflictos” que Villargordo y España.
Os propongo leer la “TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS”:
[En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el profesor Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos coches abandonados en la calle. Eran los dos idénticos: la misma marca, modelo y hasta igual color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos automóviles idénticos abandonados en dos barrios con poblaciones muy diferentes y con un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada uno de estos sitios.
Resultó que el abandonado en el Bronx comenzó a ser “canibalizado” y en pocas horas perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron. En cambio el abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.
Es muy común atribuir a la pobreza las causas del delito. Es esta atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras (las de derecha y de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí. Cuando el coche abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto ya llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un cristal del automóvil de Palo Alto
El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado en que quedó el del barrio pobre. ¿Por qué el cristal roto en el coche abandonado en un vecindario supuestamente seguro era capaz de generar todo un proceso delictivo?
Aquí no se trataba de pobreza. Evidentemente, era algo que tenía que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales.
Un cristal roto en un coche abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés y de despreocupación que van rompiendo códigos de convivencia como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufría el coche sin que alguien se preocupara del mismo, reafirmaba y multiplicaba esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se volvía incontenible, desembocando en una violencia irracional.
En experimentos posteriores, los profesores James Q. Wilson y George Kelling desarrollaron la “Teoría de las Ventanas Rotas”, la misma que desde un punto de vista criminológico, concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.
Si se rompe el cristal de una ventana en un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás cristales del edificio. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto no parece importarle a nadie, entonces allí se generará el delito.
Si se cometen “pequeñas faltas” (estacionarse en un lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego, delitos cada vez más graves. Si se permiten actitudes violentas como algo normal en el desarrollo de los niños, el patrón de desarrollo será de cada vez mayor violencia y cuando estos niños sean adultos; ya que de niños “aprendieron” que esa actitud era “normal” y/o “correcta”; entonces actuarán de manera delictiva, pero teniendo la certeza de que esos actos… ¡No son ilegales!
Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que, muchas veces, deja de salir de sus casas por temor a las pandillas), pues esos mismos espacios abandonados por la gente son progresivamente ocupados por los delincuentes.
La “Teoría de las Ventanas Rotas” fue aplicada por primera vez a mediados de la década de los 80 en el “Metro” de Nueva York, el cual se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones: “graffitis” que deterioraban el lugar, “suciedad” en las estaciones, “ebriedad” entre el público, “evasiones del pago del pasaje”, pequeños “robos” y “desórdenes”. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño se logró hacer del “Metro” un lugar seguro… Es decir, si se combate un delito pequeño se evita el desarrollo de un delito mayor
Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la “Teoría de las Ventanas Rotas” y en la “experiencia del Metro”, impulsó una política de “tolerancia cero”, es decir, combatir a fondo aún los delitos considerados menores. La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. El resultado práctico fue un enorme abatimiento de TODOS los índices criminales de la ciudad de Nueva York.
La expresión “tolerancia cero” suena a una especie de solución autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien el de la prevención y promoción de condiciones sociales de seguridad. No se trata de linchar al delincuente, ni de incentivar la prepotencia de la policía, de hecho, respecto de los abusos de autoridad debe también aplicarse la “tolerancia cero”.
NO se trata de aplicar “tolerancia cerocon la persona que comete el delito, sino aplicar “tolerancia cerocon el delito mismo. se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de RESPETAR los códigos básicos de la convivencia social humana.
Frente a la cantidad de mentiras y mediocres explicaciones dadas por algunos de nuestros gobernantes de turno, directores de instituciones educativas, jefes, líderes comunitarios y alcaldes sobre este tema, sería bueno volver a leer esta Teoría y de paso, difundirla…].
En Villargordo… ¿No se puede hacer nada para que “El Paseo”, la “Ermita”, el “Cementerio”, nuestras plazas y calles y los lugares de “botellón” no aparezcan sucias de manera sistemática? ¿Bastaría con aprobar una ordenanza municipal que permitiera aplicar “tolerancia cero” en ellos?
Considero que sería bueno comenzar a probar con la aprobación y publicación de normas para el uso y la convivencia en los espacios públicos y también las sanciones para los casos de incumplimiento; comunicando al pueblo con antelación el acuerdo; reforzando la autoridad de la Policía Municipal para que se diera una vuelta por los lugares mencionados, que amablemente identificaran a los que allí estuvieran y les recordaran que la suciedad la depositaran al marcharse en los contenedores pues si no cumplían esa obligación entonces serían sancionados.
Dado este paso, si no se ejecutaba lo anunciado, el experimento estaría destinado al fracaso y esos actos irían en aumento.
Si las autoridades locales prefieren mirar para otro lado pues es posible que así ganen votos pero también tendrán que gastar más dinero en la limpieza municipal y, cómo no, ganarán más cabreados.

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