jueves, 13 de febrero de 2020

¡QUÉ LEJOS!


Colaboración de José Martínez Ramírez
Qué lejos queda la lluvia difusa,
se nublan en la memoria sus manos
y los nombres en vena retumban
insistentemente, desde el pasado.

Qué manera de llover en el campo,
y qué frío alrededor. De la Luna
encendida no había ni rastro,
todas las manos eran una.

Qué viejo aquel coche blanco
padrino de noches y de aceituna,
cómo temblaban las manos
buceando por su cintura.

Qué bonita su flor de granado,
decía cosas mejor que ninguna
en mi cuello, muy desabrigado
torpemente y muy, muy suya.

Dejaba cerca del oído algo
parecido a la luz de la Luna.
De mis labios robaba el barro
y de la piel solo su amargura.

El cristal cubierto de vaho
y en la radio apenas se escucha
una canción de pop balcánico,
notas de miel, de mar y espuma.

Y ahora que la mirada esta desnuda
cierro los ojos y veo tan claro,
bajo el sudor dos cuerpos en una
y nos miro, mientras salgo.

No sin antes cerrar despacio
la puerta, la ventana y la Luna.

             

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