sábado, 8 de febrero de 2020

SEAMOS SAL Y LUZ

Colaboración de Paco Pérez
DEMOS TESTIMONIO
Dios siempre se preocupó, y preocupa, de mostrarnos el camino del Reino pero nosotros siempre le respondemos igual, no escuchando a quienes lo muestran.
En el pasado, las palabras que Isaías dirigió al pueblo estuvieron motivadas por el mal comportamiento que tenían con los necesitados quienes ayunaban y después se quejaban a Dios de que le ofrecían ese sacrificio y Él no los escuchaba.
El profeta les respondió en la misma línea que muchos años después nos enseñó Jesús: Es verdadero camino el que soluciona al prójimo necesitado sus problemas.

Considero que si ayunamos un día y el resto del año seguimos ignorando que en nuestro entorno hay personas que no pueden comer a diario pues lo normal es que Dios no escuche nuestros problemas. Si actuamos con corrección con los necesitados es posible que cuando estemos en apuros y le pidamos a Él su ayuda entonces sí la recibamos.
Pasaron los años, el pueblo de Israel recibió la visita de Jesús y todos no lo recibieron de igual manera. Han pasado 2000 años y yo me pregunto con frecuencia… ¿Practicamos el ser sal y luz para las personas dando “testimonio”?
El primer paso debería ser cambiar nuestras formas de pensar y de actuar con radicalidad y no como lo hizo el “juadaísmo-fariseo”, éstos cambiaron algo por necesidad pero no en lo esencial.
¿Por qué lo hicieron así?
Del enfrentamiento entre el pueblo judío y Roma se derivaron unas consecuencias fatales para la población civil y el judaísmo pues les destruyeron el Templo y acabaron con la clase sacerdotal y el culto, los cimientos donde se apoyaba su religión. Como había varios grupos dentro del judaísmo pues, para evitar la debacle, los dirigentes se reunieron en la ciudad de Yamnia para limar las diferencias y fijar unos puntos comunes en los que apoyar la nueva forma de culto. De ahí salió triunfadora la línea de los “judeo-fariseos”, ésta pasó a dominar el culto en las sinagogas y la línea de los “judeo-cristianos” de Mateo, conocidos como los “nazarenos”, no fue aceptada por los otros.
¿Por qué surgieron las diferencias entre ambos grupos?
Porque el judaísmo tradicional cambió la fachada del edificio pero el interior, la esencia de la creencia, seguía igual al no aceptar a Jesús y el judaísmo-cristiano de Mateo . Éstos les aconsejaban cambiar y practicar las enseñanzas de Jesús pero los rechazaban y los cristianos los acusaron de ser los culpables de la destrucción de Jerusalén, al no haber aceptado al Mesías y a quienes iban a ellos en misión para predicarles su doctrina. Los judeo-cristianos ampliaron su actividad misionera y predicaban a los gentiles.
Después de la reunión que tuvo el “judaísmo” en Yamnia los rabinos dieron una nueva orientación a la enseñanza de su libro sagrado, la Torá, pero Mateo predicaba al pueblo y le decía que Jesús fue el único que había interpretado la Torá con justicia y verdad.
En Mateo 5, 20 encontramos la fuerza que necesitamos para hablar convencidos de algo, la que a él lo empujaba: [Porque os digo que, si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de Dios.].
San Pablo les recordaba sus comienzos en la labor apostólica que le fue encomendada y admitía que al principio no era un hombre docto en la práctica sino un enviado que, con la ayuda del Espíritu, trataba de transmitir las enseñanzas del crucificado… ¿Por qué se mostraba así?
Porque para él lo importante era entender que la grandeza de Dios puede utilizar la ignorancia y la debilidad del mundo para vencer a la cultura y la fuerza de los hombres. Él se puso como ejemplo y les decía que cuando comenzó a predicar era tímido, temblaba, no era locuaz… Lo hizo así porque consideraba que su fe se apoyaba en la sabiduría de Dios y no en la de los hombres, que su fuerza le venía de la enseñanza que recibió de la Cruz, es decir, saber valorar que la grandeza de Él era tal que aceptó el martirio, nos perdonó y nos salvó.
Pablo no estaba en contra de quienes tuvieran conocimientos sino de quienes dejaban olvidado al Dios que se nos mostró en la Cruz para así poder edificar ellos una sociedad distinta que les permitiera imponer unos principios que estuvieran basados en la mentira, la injusticia, la opresión, la violencia
La mejor prueba de la verdad de su mensaje estaba en que predicando con las limitaciones que mostraba al hacerlo tuvo muchos seguidores y con ellos organizó comunidades cristianas.
Como los seguidores de Mateo vivían situaciones de persecución pues esa realidad les causaba desánimo y por esa circunstancia, para levantarles el ánimo, les decía en Mateo 5, 13: [Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se la salará? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.].
Con estas palabras les comunicó el gran valor que tenía ser discípulos pues con sus palabras y obras ellos serían los que salarían a quienes los escucharan.
En Mateo 5, 14-15 les dijo: [Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero, y que alumbre a todos los que de la casa.].
Debemos aceptar que la creencia no es una propiedad que se adquiere en el comercio y que sólo se usa cuando es necesaria. Es un regalo que recibimos de Dios y que debemos utilizar para que la sociedad lo conozca. En Mateo 5, 16 queda muy claro: [Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.].



               

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