sábado, 15 de febrero de 2020

CUMPLAMOS LA LEY


Colaboración de Paco Pérez
SIN APARTARNOS DE SU VERDADERO ESPÍRITU
Los judíos se sentían muy complacidos por haber recibido la LEY directamente de Dios pero Jesús, cuando comenzó a visitar las sinagogas y a participar en sus actos, no dudó en mostrarles una visión diferente a la hora de interpretarla… ¿Por qué?
Porque ellos lo tenían todo regulado y vivían pendientes de no incumplirla pero Él no seguía ese comportamiento y aplazaba el cumplimiento de las cuestiones legales para dar prioridad a las necesidades de las personas, la gran preocupación de Dios. El pueblo judío, por ejemplo, no entendía que Jesús curara en sábado, o que se juntara con los pecadores… ¿Por qué este choque de interpretaciones?
Porque ellos practicaban la Ley de Dios pero interpretada desde una postura humana, razón por la que no reflexionaban sobre qué les proponía y qué esperaba el Padre de ellos.

Es lamentable que ocurriera esta realidad hace dos mil años pero es más lamentable que hayan pasado todos esos años y aún sigamos sin comprender el verdadero sentido del mensaje de Cristo.
Él enseñaba que ayudar al necesitado debía nacer de nuestro interior y por amor a los hombres pero no hacerlo porque estaba escrito en la Ley. Por eso decía que era muy importante estar dispuestos a intentar ser cada vez mejores porque así sí podremos construir un mundo nuevo y diferente del que tenemos. Una persona, por ejemplo, tiene un capital grande y no roba pero se limita a juntar dinero sin preocuparse de ayudar a quienes se le acercan a pedirle ayuda. Como cristiano… ¿Será correcta su forma de interpretar las enseñanzas de nuestro libro sagrado?
Entiendo que así, como ciudadanos, seremos buenos cumplidores de la ley pero lo más probable es que, como cristianos, Dios no esté de acuerdo con el comportamiento que tenemos con los necesitados.
Jesús les corregía lo que hacían en público para cumplir con su “Ritual” religioso. Por ejemplo:
- Las personas que tenían “lepra” eran consideradas por la leyimpuras”, su delito estaba tipificado (haber enfermado) y por esa circunstancia ya padecían, además, la marginación de la población y tenían que vivir recluidas en “guetos” que las mantenían alejadas de quienes físicamente estaban sanas.
- También podía ocurrirles que un animal cayera a un pozo pero, si era sábado, no podían rescatarlo.
Jesús no respetaba estos cumplimientos inútiles que les imponía su “Ritual” sino que les enseñó con su ejemplo de vida que Dios no nos propone excluir a nadie sino que desea acogernos a todos y, de manera más especial, a los marginados del sistema. Por eso se acercaba a los leprosos con naturalidad y los curaba, también les aclaraba que era más importante rescatar al animal que respetar el sábado.
Actuando así nos enseñó que, como fuimos creados libres, Dios nos regaló la capacidad de elegir y por eso nos colocó delante, como cuando estamos ante un escaparate, los elementos que inciden en nuestra vida: el calor y el frío, el bien y el mal, el fuego y el agua, la verdad y la mentira, la luz y la oscuridad, la paz y la violencia, la vida y la muerte… ¿Cuando las personas recibimos un catálogo de ofertas en el supermercado cómo procedemos?
Si somos unos compradores compulsivos cargamos con todo lo que se nos propone en él y lo que vemos en los expositores pero, si somos responsables y prudentes, sólo elegimos lo que más se ajusta a nuestro bolsillo para cubrir las necesidades reales.
Cuando tratamos las cosas de Dios… ¿Seguimos el camino de su verdad, el  correcto, o el de nuestra debilidad, ese que compulsivamente nos hace más felices durante un rato?
Antes de decidir qué debemos hacer será bueno recordar siempre que lo mejor es ser prudentes pues si tomamos otro sendero podemos equivocarnos y sufrir unas consecuencias irreparables. Si nos nos ocurre será bueno tener en cuenta que Él no nos empujó nunca a tomar decisiones pues fuimos nosotros, con la libertad que nos regaló, quienes elegimos. Por eso será bueno reconocer que el mal no nos viene de Dios sino del inadecuado uso que hacemos de nuestra libertad.
Los cristianos de las primeras comunidades también discrepaban sobre si tenían que cumplir todos los preceptos de Moisés o si Jesús había abolido algunos. Han pasado bastantes años y seguimos sin entender su mensaje… ¿Por qué lo afirmo?
Porque en nuestros días algunos católicos consideran que el A.T. no es necesario y que les basta con el N. T. pero en Mateo 5, 18-19 se aclara ese mal entendido, yo así lo veo:
[El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.].
Pensar así es parecido a lo que se aplicaban los fariseos, ellos se establecían una relación de mínimos y en ella incluían aquellas acciones que agradarían a Dios y que a ellos les servirían para la salvación.
Esto lo aclara Jesús en MATEO 5, 17:
[En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.].
San Pablo nos habla de la sabiduría divina y lo hace en unos términos en los que queda bien claro que no puede ser descrita porque nadie la ha conocido debido a que es un misterio no desvelado pero que existe desde antes del comienzo de los tiempos para gloria de los hombres. Por eso considero que nadie está capacitado para quitar o poner, se toma o se deja. Nos lo dejó muy claro en 1ª CORINTIOS 2, 8-9:
[Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino, como está escrito: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.].
La degradación del comportamiento ha llegado a un punto en el que todo se ha relativizado y por eso al acto de Jurar, una costumbre muy generalizada, no se le da la seriedad que realmente tiene en el plano cristiano y social, por eso se ha convertido en un cachondeo el uso que se hace del juramento para cosas intranscendentes o en los actos protocolarios establecidos para la toma de posesión de los cargos electos.
El adulterio es tratado con gran claridad y, por desgracia, nuestra sociedad lo ha banalizado tanto que nadie da hoy importancia a los hechos que cada día son presentados como algo natural en la TV basura.
Con la práctica generalizada de la libertad de expresión y de los comportamientos egoístas no somos conscientes del daño que hacemos a los demás y, lo que es peor, no nos preocupamos de pedir perdón.

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