martes, 26 de enero de 2021

El CINE EN VILLARGORDO

 Colaboración de Paco Pérez
Capítulo XVI
RECUERDOS DEL CINE “GODOY”
D. Juan Godoy “El Boticario” fue un señor que se vio zarandeado por las consecuencias de la Tercera Guerra Carlista, hecho que le obligó a optar por cambiar su residencia habitual y, siendo natural del Norte de España, se trasladó hasta nuestra provincia para comenzar su nueva andadura en estas tierras. Al llegar aquí, en los pueblos de Ibros y Rus, invirtió su dinero en propiedades agrícolas aunque su profesión era otra bien diferente.
De manera casual Paco e Irene Moreno Godoy, hijos de D. Juan, vinieron por Villargordo y las circunstancias hicieron que un tiempo después ambos formalizaran relaciones con Enrique MoralLetras” y Asunción García Ciprián, hija de “Zamorita” y hermana de Elena (madre de Tomás Lendínez) y de Tomás (padre de Tomás y Pepe Luís). Enrique e Irene tuvieron a Ana, Antonio, Juan y Pepa mientras que Paco y Asunción sólo tuvieron a Juanito.
Las circunstancias reseñadas hicieron que D. Juan construyera en nuestro pueblo dos casas adosadas, la que destinó a residencia habitual (con planta baja y dos más, hoy de la familia “Tropezón”, Manolo y Luisito) y una adyacente en la que Paco regentó una farmacia (con planta baja y una más, hoy de la familia “Pancho”, AntonioBotana” y herederos de Juanito).
Un tiempo después
Paco “El Boticario”, apodo que le vino de su padre, heredó esas viviendas.
A pesar de que Paco tuvo el negocio de la farmacia, según me comentaron Tomás Lendínez y Tomás García, sobrinos de su esposa, sólo estudió 1 ó 2 años de dicha carrera pero no la acabó aunque él afirmara que sí.
En aquellos tiempos se podía abrir un negocio de farmacia si se contrataba a una persona que tuviera el título de farmacéutico pues ese señor sí podía prestar esos servicios al público. El último empleado que tuvo era hermano de Carmencita, aquella señora que trabajaba en casa de la familia Agudo como empleada de hogar pero un tiempo después se deterioraron las relaciones laborales que mantenían porque el farmacéutico le pidió una subida salarial, Paco se la negó, el trabajador se marchó y la “Farmacia” cerró sus puertas. Desde ese momento vivió de las propiedades agrícolas heredadas de su padre, don JuanEl Boticario”, y de su suegro, “Zamorita”.
El señor Paco habitaba la vivienda señorial que heredó de su padre, la que fue construida por el maestro albañil Antonio José GuijarroEl Chato” y la levantó en un lugar que en aquellos años estaba aislada de las otras viviendas del pueblo, hoy está en el centro.
Ambas construcciones tenían un patio delantero con jardinería y quedaban aisladas del exterior por una verja metálica de hierro forjado que estaba asentada sobre una base de obra encalada y cuya parte superior se remataba con la colocación de unas piedras rectangulares. A las viviendas se accedía por unas puertas de madera y al patio delantero por dos metálicas, ambas estaban fijadas a unos pilares de obra y encalados.
En la parte trasera de ambos edificios había un patio de grandes dimensiones que era de uso común para ambas casas y, cuando el edificio de la “Farmacia” fue adquirido por el señor Blas Castellano LópezPancho”, se le adjuntó un trozo pequeño de patio. En este local inauguró el señor Blas su negocio de “Bar- Cafetería”.
Un tiempo después Paco enviudó y decidió inaugurar un cine de verano al que comercialmente bautizó como “Cine Godoy”. El local que habilitó fue el patio trasero de su casa, sobre ese terreno está edificado hoy el “Salón de bodas” de “El Tropezón”, y a él se accedía por la calle que entonces era conocida como Carretera de la Infantas, frente a la farmacia de D. Andrés Padilla Bolívar.
Tenía dos
puertas, una para el “patio de sillas”, y la otra para quienes optaban por presenciar la película sentados en los duros escalones de la grada conocida popularmente como “general o gallinero”, ambas partes estaban separadas por una barandilla construida con ladrillos, y dos ventanillas situadas junto a la puerta primera, en ellas se realizaba la venta de las entradas.
En la parte interior del cine, junto a las taquillas, había habilitados dos habitáculos pequeños que eran utilizados como servicios por quienes necesitaban hacer uso de ellos en una emergencia.
La clientela de la zona de sillas se correspondía con los matrimonios e hijos, personas mayores que asistían solas y las parejas de novios.
Hablando de este cine con un buen amigo que reside en Abarán (Murcia) me comentó que tenía de este cine un recuerdo imborrable, me intrigó su afirmación y le dije:
- ¿Qué hecho tan especial te dejó esa impresión?
Tomó de nuevo la palabra, se le notaba emocionado, y me dijo:
- Tú sabes bien, aunque seas algo menor que yo, que en aquellos años salir con las novias solos era muy complicado pues los padres miraban mucho las formas y a las mujeres le ponían en las casas muchas condiciones hasta para salir a la puerta de la calle. Por esas razones el hecho que me dejó esa clase de recuerdo fue que, estando novio, nos permitieron ir solos a ver una película por primera vez.
La película que se proyectó se titulaba “El perro de Baskerville”, no se me ha olvidado aún.
El gallinero era el más frecuentado y a él iban los niños, los jóvenes y los que tenían los justo para entrar.
El recinto no tenía forma uniforme pues se estrechaba en su arte final, en la que construyó la escalinata del “gallinero”, en su parte más alta estaba la cabina con la máquina y en ella trabajaba el señor Arturo López, el operador.
Yo era muy niño cuando acudía con la familia a ver las películas pero recuerdo el alboroto que se metía en el gallinero cuando se aproximaba la hora de empezar la proyección de la película y el señor
Arturo se retrasaba porque le costaba trabajo abandonar el vaso de vino en el bar. Cuando esto ocurría comenzaban a cantar:
- Que empiece ya
o el público se va
Este era el mensaje que se repetía una y otra vez hasta que él aparecía por la puerta próxima a la escalinata y entonces los espectadores abandonaban ese cántico y gritaban de manera atronadora:
- ¡¡¡Bieeen!!!
Después se hacía el silencio en el ambiente y unos minutos después comenzaba el NO-DO, espacio informativo de los acontecimientos de España.
Una noche asistí a la proyección de la película cuyo título nunca olvidé…
Los ladrones somos gente honrada.
Al día siguiente el señor Paco amaneció muerto y como siempre hay personas dispuestas a contar un chiste aunque sea poniendo como tema la muerte de una persona tan querida como lo fue Paco. De aquella sentida muerte se dijo:
Los ladrones se ha llevado a Paco. 

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