jueves, 28 de enero de 2021

HISTORIAS CONTADAS A LA LUZ DEL CANDIL

 

Colaboración de Paco Pérez
JUGANDO CON LOS APODOS
Capítulo I
Hechos reales rescatados por Pedro Berrio Melguizo durante una tertulia matutina en la cafetería.
Hace ya muchos años, sus abuelos maternos vivían en la calle La Libertad, en la acera de los impares. Según él, parece ser que en la de enfrente tenían como vecinos a una familia que era muy popular en el pueblo por ser apodada “Los pepinos” y en la misma acera de ellos, justamente debajo de su casa, vivía otra que también tenía otro apodo muy conocido, “Los acorchaos”.
Su madre se llamaba Brígida y, cuando era una niña, fue cuando protagonizó una escena propia de la edad mientras comía con sus padres.
En aquellos años, cuando era verano, las puertas estaban abiertas gran parte del día para que circulara el aire y por esa razón la familia almorzaba y cenaba en el portal para que los refrescara el poco aire que pudiera correr a esas horas. Cuando acabaron la comida, la madre se acercó a la cocina y trajo de postre un melón. Cuando lo probó
Brígida se mostró disgustada y le dijo a su madre:
- ¡Este melón no se puede comer! – gritó con energía.
La madre se mostró sorprendida y le preguntó:
- ¿Qué le pasa?
Ella, en vez de mostrarse sosegada ante las palabras comprensivas de su madre, elevó el tono de voz para responderle a su pregunta:
- ¡Este melón está más pepino que el vecino de enfrente y más acorchao que el de abajo!
En aquellos tiempos pronunciar palabras con esas formas no se estilaba y mucho menos si, además, podían ofender a los vecinos, por esa razón la madre intentó apagar el volumen diciéndole:
- Calla chiquilla pues como te escuchen los vecinos los vas a molestar y nos vas a poner en un aprieto con ellos.
Ella no se amilanó y, bajando la voz, le dijo:
- Yo no los he ofendido pues sólo he puesto unos ejemplos para decir como estaba el melón.
Cuando probaron el melón vieron que llevaba razón la niña, lo retiró su madre y trajo otro. 

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