sábado, 2 de enero de 2021

DIOS, LA PALABRA, SE ENCARNA EN JESÚS

                                            Colaboración de Paco Pérez
Desde el comienzo de los tiempos, en el plan que Dios tenía para las personas, el pueblo de Israel era el escogido para que la Palabra se manifestara a nosotros. A Él nadie lo ha visto pero su palabra sí ha sido escuchada, recordemos las escenas de Moisés y Dios en el monte Sinaí.
Las personas descubrían la presencia de Dios en sus vidas con la ayuda de algunas personas y por las maravillas que les ofrecía la naturaleza pero, hace 2020 años, Él se hizo hombre y vino al mundo para mostrarnos con sus enseñanzas y su ejemplo el camino del Reino. 
A las personas siempre les preocupó el más allá y actuando así, supongo, unas veces estarían más acertadas en sus planteamientos y otras menos, de ahí que la venida de la Palabra, Jesús, fuera la respuesta de Dios para satisfacer sus anhelos. Otra cosa bien distinta es que los receptores, el pueblo judío, comprendieran que Él era la respuesta a sus peticiones… ¿Por qué no lo vieron así?
Porque ellos esperaban, por la opresión a que estaban siendo sometidos por los invasores romanos, a un libertador guerrero, y la respuesta que recibieron fue la Palabra hecha hombre, Jesús. Él se manifestaba en la vida cotidiana de una manera poco conocida, sin usar las armas y practicando el AMOR al prójimo. Así nos enseñó Dios que sin la Palabra nada se hubiera hecho pero, a pesar de ello, cuando vino al mundo Jesús los hijos de las tinieblas no lo aceptaron porque no vieron la luz, Jesús, pero ésta si estaba presente en medio de ellos.
Todos sabemos que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, el mejor ejemplo lo tenemos en los judíos. Ellos convivieron a diario con la Palabra, no la reconocieron y todavía están esperando al Mesías prometido en el AT. En nuestros días todavía estamos caminando desorientados.
JuanEl Bautista” anunció al pueblo judío la inminente llegada del Mesías y les habló de su grandeza, lo siguieron unos pocos pero la mayoría no lo entendieron.
A Jesús sí lo vieron las personas y, además, mostrándoles su grandeza mediante las acciones extraordinarias con las que les ayudaba y a pesar de todo tampoco fue reconocido.
El amor del Padre hacia nosotros es tan grande que por mediación de Jesús las personas recibimos toda clase de bendiciones y somos santas e irreprochables ante Él.
Pablo nos recuerda que el Padre, por mediación de su Hijo, nos salvó y que su generosidad existe desde antes del comienzo de los tiempos porque desea que lo acompañemos en el Reino. Conocedor de esa realidad le pide que nos conceda esperanza, sabiduría y revelación para que comprendamos lo que tiene reservado para quienes cumplen. El problema está en que vivimos inmersos en un mundo de locos, despreocupados del hecho religioso, alejados de la Palabra y por eso caminamos perdidos y sin rumbo.
 
 

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