sábado, 10 de abril de 2021

CONOCER A JESÚS ES EL CAMINO

 Colaboración de Paco Pérez

AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO, EL FRUTO

La muerte de Jesús atemorizó a los discípulos y seguidores y se encerraron por miedo a las represalias pero después de la resurrección de Jesús experimentaron un proceso de transformación que les hizo no tener miedo y a no estar escondidos, daban la cara por Jesús y divulgaban su mensaje… ¿Por qué cambiaron?
Porque recuperaron la fe perdida cuando se les apareció, un hecho real, comprendieron bien lo ocurrido y supieron con certeza quién era Él. Este suceso nos enseña que cuando una persona conoce a Jesús, de verdad, ya lo ama profundamente siempre y sigue proclamando quién es, el Hijo del Padre. Cuando se llega a este convencimiento ya es fácil amar a Dios y cumplir con los mandamientos pues nos empuja la fe y podemos vencer las dudas que nos acechan sobre Él.
Así quedó establecida la relación entre el amor a Dios y a los hermanos. Los apóstoles, cuando comprendieron esta realidad, ya no tuvieron dudas y con sus seguidores formaron una comunidad muy unida en la que todos se ayudaban, quienes tenían alguna propiedad la vendían y lo que recaudaban se repartía para que nadie pasara necesidades, oraban y celebraban el culto.   
Tomás creyó cuando vio y su comportamiento nos enseña que los hechos tangibles convencen a las personas y por esa realidad, como vivimos en un mundo donde creer en Dios es complicado al no ocurrir esos hechos que nos hagan visible la acción silenciosa de Dios sobre nosotros, eso hace que nuestra fe sea poca o ninguna y, también, porque no conocemos suficientemente a Jesús y al Padre. Otra realidad que debemos valorar es que han pasado muchos años desde que Jesús resucitó y eso ha hecho que la cristiandad ya no esté tan convencida del hecho religioso como lo estaban los primeros cristianos por haberlo vivido en directo, la práctica se ha empobrecido y así, comprender ahora correctamente quién es Jesús, no es fácil… ¿Qué nos ocurre para que la fe esté tan débil?
La sociedad está sumida en una crisis profunda de valores, la que está deteriorando los pilares fundamentales de la vida: familia, religión, amistad, justicia, responsabilidad, integridad, honradez
Hoy ya no basta con decir que somos creyentes sino practicarlo y para ello tendremos que clarificar nuestra idea de Dios pues podemos creer que lo somos, no ser verdad y estar agarrados a cualquiera de los dioses que a diario se acercan a tomar café con nosotros: Un vendedor de cupones que trabaja ofreciéndonos la oportunidad de ser millonarios y lo compramos, una cadena de televisión que nos proyecta imágenes escandalosas de las personas sin ningún pudor y no la apagamos, un sistema judicial que, a veces, actúa con más sombras que luces cuando aplica las leyes y cambiamos nuestro voto, una corrupción casi masificada que nos invita a seguir el ejemplo de quienes delinquen para enriquecerse porque no les pasa nada y seguimos su ejemplo, un despilfarro en los recursos públicos y nosotros en casa… Estos procederes han sido el fruto de esa crisis y, como estamos desnortados, ya no es suficiente con cualquier medida.
Quienes nos sentimos cristianos debemos saber que en estos tiempos no nos basta con creer en cualquier dios, necesitamos descubrir cuál es el verdadero y para ello deberemos abrir la puertas de nuestro corazón a la VERDAD que emana del Padre para que ella nos traiga la FE, trabajemos por el Reino de Dios y después podamos ofrecerle al Padre los frutos de nuestro correcto actuar. No podemos vivir encerrados en nuestro interior porque la sociedad necesita conocer nuestra experiencia vital sobre quién es Jesús.
La FE nos hará abandonar las TINIEBLAS si reconocemos a Jesús como Hijo del Padre y le seguimos. La de Tomás necesitó pruebas tangibles… ¿En qué situación está la nuestra para dar TESTIMONIO?
Creer en Jesús nos debe llevar a creer en Dios y así, quienes aman al Padre, también amarán al Hijo. Si somos hijos/as de Dios también seremos hermanos/as de Jesús y deberemos amar a todas las personas. La salvación que buscamos está relacionada con el amor a Jesús. No es fácil para las personas entender esta necesidad pues para amar a los demás debemos estar cargados de fe… ¿La tenemos realmente o creemos que la tenemos?
Se habla de crisis religiosa pero yo me pregunto… ¿Es verdadera esa afirmación o está en el mismo nivel de siempre?
Yo creo que está igual –salvando la distancia temporal y las excepciones personales- porque siempre hubo crisis, la hay y la habrá. Ésta no se solucionará mientras no demos los pasos que hagan cambiar el modelo actual.
Las personas suelen afirmar, en momentos puntuales, que su comportamiento se debe a que tienen fe en Dios pero… ¿En qué Dios?
Planteo esta interrogante porque sabemos que a diario nos topamos con muchos dioses y entonces, empujados por esa afirmación, deberemos decidir cuál es el verdadero y cuáles no.
Antes de Jesús, los hombres se confundían con facilidad a la hora de identificar al Padre porque, guiados por sus miedos o por las ambiciones personales, construían su creencia sobre cualquier “dios” que le presentaban y, como es lógico, este formato religioso no tenía nada que ver con la realidad de Dios que nos mostró Jesús cuando les regalaba sus ejemplos de vida.
Para conocer mejor el hecho religioso debemos empezar por leer la Biblia… ¿Nos hemos planteado alguna vez hacerlo para fijarnos bien en lo que hizo Jesús y por Él conocer al Padre y lo que desea que hagamos?
Quienes no lo han hecho están perdiendo la oportunidad de aprender que se preocupó de las personas que sufrían, de los que caminaban perdidos, de los pequeños indefensos, de dar acogida a quienes no tenían aposento, de comprender sus problemas, de perdonarles sus errores, de amarlos… Con estas acciones nos enseñó a construir un mundo más humano en el que todos pudiéramos disfrutar de una vida digna y dichosa, sin olvidarnos de los últimos. Lo dijo Jesús: [Una religión que va contra la vida, o es falsa, o ha sido entendida de manera errónea.].
 
 
 
 
 
 
 

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