lunes, 19 de abril de 2021

LAS AMAPOLAS Y LAS ABEJAS

                             Colaboración de Paco Pérez

OBSERVÁNDOLAS CONSTATÉ EL ORIGEN DE UNA CURIOSIDAD


Cada vez que salía a nuestro entorno, atraído por la llamada irresistible de las
amapolas, me topaba con unas escenas curiosas que eran protagonizadas por las abejas y las amapolas cuando las observaba con detenimiento para poder comprobar su variedad, el estado de conservación en que estaba su conjunto floral, si el nivel de belleza que ofrecían era merecedor de un disparo fotográfico, si estaban deterioradas o si lo que procedía era pasar de largo hasta que un hallazgo sobresaliente me obligara a realizarlo. Al principio no le di relevancia a lo observado pero al repetirse las escenas decidí mirar con más detenimiento lo que me ofrecían para poder descubrir de qué se trataba y porqué esa repetición diaria.
Siguiendo ese criterio una mañana pude aclarar el misterio, lo hice de manera casual, cuando encontré en el habitáculo compuesto por los pétalos, los estambres y el gineceo de la flor mencionada una escena en la que varias “abejas” se mostraban como si estuvieran abrazadas y, la verdad, si alguien me hubiera hecho una pregunta en aquellos momentos sobre su estado de salud pues no hubiera podido responderle sobre si estaban muertas o durmiendo.

Mirando la escena con detenimiento comprobé que había más
okupas de los habituales, disparé la cámara y grabé lo que había en el interior.

Mientras lo hacía se me ocurrió coger un palo para aclarar qué les ocurría realmente y entonces… ¿
Qué descubrí?
Estaban “durmiendo la mona” porque al tocarlas comenzaron a desperezarse algo, no mucho, pues sólo una se movió aturdida un poco pero no levantó el vuelo y regresó de inmediato al catre.


Continué hostigándolas con el palo y así conseguí que se engancharan a él pero no sé si fue porque se agarraron o porque se pegaron. Cuando visualicé la escena me impresionó verlas enganchadas unas a otras y se me ocurrió transportarlas hasta un jaramago próximo para grabar la cadena que formaban pero tres se cayeron al suelo y las otras dos se quedaron sujetas a la nueva planta.

Lo que presencié me hizo meditar sobre el origen de lo que ocurría entre ellas y la flor. Mientras les disparaba,
 elucubré mentalmente una “hipótesis de trabajo” para la investigación en casa de lo que podía ocasionar aquella escena y, ayudado del ordenador, comencé a investigar el tema para comprobar si las hojas, las semillas o el polen de la amapola habían actuado sobre las abejas con efecto dopante y por eso estaban adormecidas.
En la exploración que realicé sobre lo que vi al iniciar el paseo aquella mañana pude comprobar que la hipótesis
que elucubré no estaba equivocada porque el polen de esa planta tiene algún efecto narcótico sobre las abejas. 
La flor de amapola tiene un problema, la imposibilidad que hay para que el polen de la amapola pueda realizar con la ayuda del pistilo de la misma planta la autopolinización y por esa razón, para conseguirla, necesitan atraer hasta ella a la mayor cantidad de insectos en el menor tiempo posible. Como los abejorros, las abejas y otros insectos necesitan alimentarse pues acuden a las “amapolas”, se embadurnan en su abundante polen cuando lo ingieren y, mientras eso ocurre, las flores quedan polinizadas pero los “okupas” quedan afectados por sus efectos dopantes, no pueden retomar el vuelo de inmediato y por eso ofrecen escenas como las descritas.
Leí un artículo publicado en un medio digital y en él se informaba de algunas investigaciones realizadas sobre esta escena polinizadora y en él se afirmaba que el 90% de ellas, cuando regresan cargadas de polen desde un campo de amapolas a la colmena, solían tener muchas dificultades para entrar en ésta porque padecían desorientación.
Yo, un lego en la materia, después de lo observado y leído sobre la desorientación que esos estudios científicos han encontrado en ellas para entrar en la cochera opino que regresan dopadas y con un gran colocón.

1 comentario:

  1. Mi enhorabuena por la siempre descollante calidad de la prosa y las magníficas fotografías, y muchas gracias por estos buenos ratos de lectura y enriquecedor acercamiento a nuestro pueblo, amigo Paco. Sigo los artículos del blog con asiduidad y enorme interés, como sabes. Un abrazo y espero que hasta pronto. (Te escribo por aquí porque tengo un ordenador nuevo y no encuentro tu dirección de mail. Si me pudieras enviar un mensajillo, ya la recupero. Me alegraría. Espero que estéis todos muy bien.)

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