jueves, 15 de abril de 2021

PASEANDO AL PERRO

Colaboración de Paco Pérez

Una mañana programé una salida, no fue para relajar el espíritu tenso que nos está ocasionando esta dichosa pandemia, lo hice para gestionar asuntos familiares. Abandoné mi domicilio y me dirigí al enclave de mi destino… “El Paseo”.
Al concluir la gestión me acerqué hasta los conocidos que allí charlaban sentados por parejas en los bancos en animada
 tertulia, lo hice de grupo en grupo, participé en sus conversaciones, disfruté con las ocurrencias que algunos manifestaban, me reí mucho con ellas… Esta es la esencia de las gentes de nuestro pueblo, la que nos empuja a ir hasta ese lugar para convivir sanamente con quienes se encuentren allí sentados y la que nos pone tristes cuando estamos alejados de nuestro terruño.
Cuando me marchaba para casa me encontré a Juan José Castillo Mata “El Espartero”, desde lejos me localizó y esperó que llegara hasta donde él estaba.
Nos saludamos y después me comunicó que quería contarme un hecho real que le había sucedido hace unos días y que así él ya no tenía que escribirlo pues, al ser un relato corto, yo recordaría bien los detalles y después le daría forma al texto. Lo escuché atentamente y he aquí lo que le pasó:
Juan José
, como muchas otras personas, tiene en casa un animal de compañía y por las mañanas, como él sale a caminar, pues saca al perro a pasear para que haga sus necesidades fuera y se relaje. Siempre que lleva al animal fuera lo hace como mandan las normas, con correa y bozal.
Una mañana, como él vive en “El Pecho la Ermita” salió con su mascota en dirección a ella, continuaron por el camino asfaltado de “Carchenilla” y, un poco más adelante, se desviaron por la derecha al llegar al camino terrero que conocemos como “Carril de la Camarilla”, es peor para andar pero está menos transitado que el otro.
Juan José, como no tenía con quién hablar, pues iba caminando absorto en sus pensamientos y la correa del perro cogida por una de sus manos. Sin esperarlo, un tractor pequeño que llevaba enganchada una cuba también pequeña de curar lo adelantó, unos metros más adelante se paró, el conductor se bajó y esperó que llegara hasta él Juan José, era Francisco Bergillos El albañil”. Se saludaron y Juan José le dijo:
- Por lo que llevas detrás me imagino que vas a curar la hierba.
Francisco le confirmó sus palabras y entonces le preguntó:
- ¿A dónde vas tú por aquí, se te ha perdido algo?
Juan José le respondió así a su pregunta:
- No se me ha perdido nada, salgo a caminar y me traigo al perro para que retoce algo, cague y mee.
Francisco se sorprendió de la respuesta que recibió, se rio y le dijo:
- ¿De qué perro hablas?
– ¡Coooño! ¿Estás ciego, qué es esto que llevo detrás? -le respondió Juan José mosqueado.
Francisco aumentó sus carcajadas cuando escuchó la respuesta que recibió, Juan José se mostró más sorprendido, miró hacia donde él creía que estaba el perro y entonces descubrió que iba arrastrando la correa del perro por el suelo. Lo buscó con la mirada en todas direcciones, lo llamó repetidas veces, se convenció de que no había rastros del perro por ningún sitio y comprendió que el perro se había liberado de la correa sin que él se diera cuenta.
Entonces comprendió porqué se había parado Francisco y terminaron dando carcajadas con las ocurrencias que ambos estaban soltando, se despidieron, él continuó hacia su olivar pero Juan José se dio media vuelta e inició el camino de regreso a casa pero ahora lo hacía con la correa del perro colgada del cuello y muy preocupado.
 
 
 

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