jueves, 20 de mayo de 2021

LAS COSAS DE NUESTROS PAISANOS

 Colaboración de Paco Pérez

EL PORQUERO, LA YEGUA Y EL BURRO DE “EL RUBIO”

Capítulo II

Unos días después visité de nuevo El Paseo, también estaban los anteriores personajes en el mismo banco, me acerqué de nuevo a ellos y José, más hablador que Jorge, tomó la palabra y dijo:
- El otro día se le olvidó a Jorge contarte la historia que le ocurrió cuando estaba de porquero en un cortijo de Almenara.
Al principio no quería hablar sobre ella y le pedía a José que la contara él pues la sabía muy bien. Le insistimos y, después un rato, se animó a contarla:
- Esta historia me ocurrió hace unos setenta años, tendría unos doce, y a esa edad ya trabajaba guardando marranos. Los porqueros teníamos un horario diferente a los muleros, no nos íbamos al campo con los cerdos hasta después de las diez horas y por esa razón una mañana el dueño del cortijo aprovechó esa circunstancia para pedirme que le ayudara a realizar el apareamiento del burro con una de las yeguas.
La esposa era muy buena mujer, comprendió que yo no tenía edad para hacer el trabajo de “mamporrero”, le aconsejó que debía dejar ese trabajo pendiente para otro día, cuando los muleros pudieran hacerlo, pues ellos sí estaban acostumbrados a realizarlo pero el muchacho no lo había hecho nunca. Él no la escuchó, se empeñó en seguir, me dio unos consejos sobre qué tenía que hacer y cuando el burro se puso en forma ya estaba hecho una fiera y se puso complicado, me enganchó la camisa con el pistolo y me arrastró, no pude ayudarle a meterla donde me dijo, le dio un fuerte empujón a la yegua y nos tiró a los dos al suelo. La yegua salió corriendo, el burro detrás de ella rebuznando y la señora, como observó la escena desde la ventana, se meaba de risa al ver cómo acabó la faena que intentamos hacer.

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