sábado, 22 de mayo de 2021

PENTECOSTÉS: LOS SIGNOS DE DIOS

 Colaboración de Paco Pérez

EL ESPÍRITU SANTO NOS AYUDA A CAMBIAR

En esta fiesta religiosa se nos recuerda el gran valor del Espíritu Santo.
Pentecostés es celebrada por los judíos y los cristianos.
Los judíos recuerdan que cincuenta días después de abandonar Egipto, Moisés recibió en el monte Sinaí los Mandamientos de la Ley de Dios.
Los cristianos recordamos que cincuenta días después de la Pascua, estando los apóstoles reunidos, recibieron la visita del Espíritu Santo, acto que se visualizó con la aparición de lenguas de fuego sobre sus cabezas y la formalización de la Iglesia de Cristo.
La misma fiesta tiene un significado diferente en el judaísmo y en el cristianismo pues ellos permanecen aferrados al inmovilismo de la tradición religiosa y eso les hizo, y hace, que aún no hayan comprendido que la vida nos pide que evolucionemos, es decir, que cambiemos lo inservible por lo útil en cada momento para avanzar a otras nuevas, pero en religión también.
Para los cristianos, desde el primer momento, Pentecostés fue muy importante para los discípulos pues se transformaron interiormente por la acción del Espíritu Santo y les hizo comprender cuál era la misión que debían realizar, evangelizar a las personas.
Debemos comprender que evangelizar es convencer a otros pero antes será necesario que nosotros estemos convencidos de lo que vamos a transmitir, en los discípulos el Espíritu Santo operó ese cambio tan radical que experimentaron y que es necesario… ¿Lo hemos experimentado nosotros?
Como ejemplo de las bondades que el Espíritu Santo regaló a los apóstoles tenemos el cambió que experimentó Pedro, un judío aferrado a la tradición que enseñaba erróneamente no mezclarse ni comer con los paganos, ocurrió cuando Cornelio lo llamó para que fuera a su casa y él acudió sabiendo que eran romanos. Así fue cómo derrumbó las barreras que lo esclavizaban a su pasado judío, cuando entró en su casa se rompieron las cadenas, la comprensión del mensaje de Jesús fue total y comenzó a predicar la igualdad, el perdón, la ayuda mutua, el escuchar a quienes acuden a nosotros para comprender sus problemas…
Quienes asimilan que enterrar el pensamiento viejo es una necesidad ya dan el primer paso para mejorar el suyo, cambiar el comportamiento será el siguiente y entonces ya estaremos en el buen camino para evangelizar pero sin olvidar nunca que decir y después seguir haciendo lo mismo no es el camino que nos enseñó  Cristo.
El Espíritu Santo se manifestó en el Bautismo de Jesús y en Pentecostés, cuando estaban reunidos los apóstoles. La primera fue de manera suave y la segunda con la violencia que genera el fuerte viento que acompaña a la tormenta, como solía hacerlo Dios.
Los que saben de estas cosas nos aclaran las dudas cuando nos proponen tomar como referencia la aceptación incondicional de Jesús al cumplimiento de su misión y la segunda porque algunos de los discípulos no veían con claridad el papel del Espíritu Santo en nuestras vidas. A pesar de ello Dios los premió con la recepción del Espíritu Santo y se trasformaron saliendo del escondite con valentía para predicar el mensaje de Cristo, hablaban con el “don de lenguas” recibido y así cada uno que los escuchaba lo entendían en su propia lengua.
Pablo evangelizó, fundó comunidades cristianas y escribió esta carta a la de Corinto para corregir los problemas que surgieron en ella al considerar sus miembros que ellos eran suficientes para continuar con la evangelización sin la ayuda de nadie y entonces él les escribió para recordarles que el papel del Espíritu Santo es guiar a los miembros de la comunidad a nivel individual o colectivo y es tan grande su influencia en nosotros que si reconocemos a Jesús como Señor es por esa acción invisible. También les recordó, poniéndoles como ejemplo el cuerpo, que la Iglesia de Cristo tiene muchos miembros pero cada uno tiene su misión que cumplir y ese conjunto de actuaciones, bien armonizadas, son las que nos permiten mostrar acertadamente el mensaje de Jesús.
Juan García Muñoz nos ayuda a REFLEXIONAR y a COMPRENDER, él parte de HECHOS 2,2-3:
[De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban.
Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno.].
El acontecimiento se describe con unas imágenes que resultan familiares a los hombres de la Biblia: el ruido y el fuego forman parte del escenario utilizado para descubrir la manifestación de Dios.
Lucas nos quiere decir que todo lo que sucede viene de arriba, de Dios. Lo que ocurre es ciertamente obra de Dios: los lugares y las personas se llenan de Espíritu Santo. La reacción de los testigos confirma que se trata de la irrupción de Dios en el mundo de los hombres: se quedan perplejos, incapaces de comprender: ¿Qué es lo que puede ser esto?
Los signos. Nuestra vida está llena de signos (el saludo, el guiño, el abrazo, el beso, la mano que ayuda y no retiene, la visita que cura, la palabra que acoge...) Dios también nos habla a través de los signos. Los que tienen la fe y el corazón alerta, encuentran mejor los signos del Resucitado. Pero hay que tener eso, fe y el corazón abierto. Si supiéramos contemplar la vida con ojos de fe, toda ella nos hablaría de Él.
- ¿Descubro a Dios a través de las cosas, de los acontecimientos de cada día?
- ¿Miro desde el corazón sencillo y abierto o más bien desde el prejuicio, las apariencias?

 

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