jueves, 3 de enero de 2013


EL “AÑO VIEJO”
EN
VILLARGORDO de JAÉN

Colaboración de Paco Pérez

Capítulo III

En 1979, debido a las dificultades que encontrábamos para cenar en la “casilla”, pues optamos por seguir con los mismos planteamientos en el divertimento y modificar la convivencia gastronómica. El Restaurante “Tropezón” se encargó de la organización de la noche en cocheras, la calle era cosa nuestra, como siempre.




Al ser un establecimiento público ya asistieron otras personas ajenas a la Peña GastronómicaBota y Jamón” y lo pasamos con ellos muy bien. De esas nuevas incorporaciones me acuerdo, de manera especial, de Paco MorenoCarpanto” y de Juan CrespoPesetitas”. Ambos aparecen en los archivos fotográficos.
Juan, cuando se vio rodeado de gente disfrazada, reaccionó inmediatamente y salió del local. Nadie sabía por dónde andaba, ni su esposa, y cuando volvió ya venía transformado con su improvisado disfraz: Gafas, jersey rojo y gorro rojo con orejeras. En cuanto entró le acoplamos el nombre a su personaje, la famosa “Hormiga atómica”.
PacoCarpanto” era un tío cojonudo para las juergas, digo era, porque, a quienes ya hace algunos años que se jubilaron, los años y los achaques físicos nos llevan a desear lo contrario de lo que hacíamos antes. Nos apetece más una partida de ajedrez por las tardes y un caldico por las noches que una juerga interminable como las que vivíamos en esas noches.
Paco, cuando se le calentaban los motores, salía sigilosamente del lugar donde estaba para su domicilio y, cuando nadie lo esperaba, el local se inundaba con la música genial que salía de su trompeta. Escena vivida en esa noche. Lo hacía así porque sentía la llamada de su amiga que se encontraba aburrida en casa, le pedía que la sacara de paseo y él acudía muy solícito siempre.
Cuando acabamos el menú pues nos preparamos para mostrar los nuevos modelos en la pasarela “El Paseo”. Como el Restaurante “Tropezón” está en él pues sólo tuvimos que dar un tropezón para salir del él.
Como es lógico los disfraces fueron en aumento y el pueblo había acudido en masa a nuestro querido “Paseo”.
A este “Año Viejo” lo recordamos como el del “Mecánico”, en honor del personaje al que dio vida Diego.
El personaje era un señor, de profesión hojalatero, que cada cierto tiempo venía por el pueblo para arreglar a las señoras los útiles de cocina típicos de aquellos años, sobre todo las ollas. Hay que recordar que las comidas se hacían en la lumbre, que se ponían negras por el humo y que para la limpieza posterior no había los productos de ahora. Todas esas circunstancias se juntaban y hacían que su deterioro fuera muy frecuente y de ahí que este señor viniera por las calles ofreciendo sus servicios.
Cuando llegaba a una calle instalaba su taller en ella y la caja que transportaba sus útiles para el arreglo le servía de asiento. Imprescindible para él era la lata con el carbón encendido, en cuyo interior llevaba los soldadores para echar los remiendos a los agujeros, derritiendo el estaño sobre ellos. Cuando se desplazaba de una calle a otra llevaba la lata balanceándola, para que se airearan los carbones y la lumbre no se apagara.
Este señor tenía una estampa inconfundible: La gorra, las gafas de sol, los calzones largos pero huyendo de la humedad, los calcetines cortos, las señales en su piel de tiznajos negros y, sobre todo, una botella rizada de medio litro y llena de vino blanco.
Bartolomé Alcalde “Zapatero” se disfrazó de abuela y llevaba algunas ollas colgadas. Su papel consistía en acompañar al “Mecánico” y, cuando se sentaba en la caja, él se le acercaba con las ollas para que echara los remiendos.
Cuando el "Mecánico" acababa su trabajo, miraba el utensilio para comprobar que estaba bien acabado y, como él valoraba mucho lo que hacía, al entregarlo le decía a la señora, en este caso a "Zapatero":
- Ahí la tiene arreglada, señora. Mire lo que hacemos los mecánicos.
Alonso se disfrazó de “doctor porque aquel año había dos señoras embarazadas en el grupo, Maruja y Ana.
El número de él consistía en hacerles el reconocimiento médico con el fonendoscopio de vez en cuando y después hacer un diagnóstico sobre cómo las encontraba de salud, qué sexo tendrían los bebés y si les quedaba mucho o poco tiempo para alumbrar.


Hoy he encontrado en mis archivos esta foto, ha sido demasiado emotiva porque entre las personas que allí convivimos aquella noche estuvo nuestro inolvidable AMIGO, JuanitoTropezón”.
He dicho nuestro, y no me arrepiento, porque algo tendría de especial en su trato para ser tan querido, inolvidable y llorado por todos.
Nunca tuvo la oportunidad de vivir estas noches como lo hacíamos los demás y, sinceramente, creo que él disfrutaba mucho cuando nos veía  pasarlo bomba en su establecimiento. Siempre quería tenernos bien cerca porque así podía él echar un rato de charla con alguno y en ella siempre afloraban aquellos recuerdos tan graciosos que habíamos vivido como protagonistas. Así disfrutaba mientras trabajaba, no necesitaba más para ser feliz. Otros, por el contrario, se amargan por tener que hacer lo que él hizo durante tanto tiempo, trabajar. Nunca se amargó porque se divertía todos los días, a su manera, mientras curraba y, además, le sobraban arrestos y tiempo para ser el faro que guiaba el trabajo del negocio y a su familia. Nadie tiró más de un carro, en silencio, que él.
Lamento acabar así el relato de aquella noche inolvidable de "Año Viejo" pero el cariño hacia su persona nunca se borrará, permanecerá. Creo no equivocarme si me tomo la licencia de ampliar lo dicho a todos los que le conocimos en profundidad y que estuvimos allí, la mayoría, la noche de esa foto.
Este relato lo hago, por lo dicho, en nombre de todos los que formábamos aquella “Peña” inolvidable y, por lo que fuimos, te renovamos nuestro afecto y te decimos que…
¡¡¡Aunque no puedes firmar lo dicho, tus amigos sí lo hacen y se  reafirman que siempre estarán junto a ti en el recuerdo!!!














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