martes, 18 de junio de 2013


LA SOLUCIÓN

Colaboración de Paco Pérez

Por presenciar el partido de fútbol que España jugó con Uruguay me ocurrió igual que a muchísimos españoles que no tenían que levantarse el lunes para trabajar, unos porque están en el paro y otros porque estamos jubilados… ¿Qué? Acostarme más tarde de lo habitual, dar durante el partido más de una cabezada en el sofá, entrar en la cama a las 02:00 horas y, consecuentemente, tener dificultades para conciliar el sueño después por culpa de esas calamonadas.
Cuando me percaté de que había entrado en esa situación intenté seguir el consejo que el nieto mayor le dio a su abuela, mi esposa:
- Abuela, cuando no te puedas dormir pones la mente en blanco.
Como no conseguía descifrar la fórmula mágica del nieto pues en vez de ponerla en blanco lo que hice fue viajar gratis a uno y mil sitios, no sé cuánto tiempo tardé en conciliar el sueño y, por culpa del dichoso viaje, me levanté un poco más tarde de lo habitual.
¿Qué persona no se ha desvelado más de una noche afectada por el temor a que otro día le pudiera afectar la crisis o a cualquiera de sus miembros?
Cuando nos sucede esta realidad pensamos, razonamos y después concluimos con el aterrizaje en la idea de que es una afectación generalidad, así ya podemos mitigar con más facilidad la quemazón que nos consume en esos momentos el alma y entonces, para reforzar la estrategia, recurrimos a recalar voluntariamente en la añeja y típica expresión… ¡¡¡Mal de muchos consuelo de tontos!!!
El consuelo nos viene cuando razonas y concluyes con… ¿A todos nos va a comer el tigre de una tacada y al día siguiente vamos a ejercer en la selva de alimento para sus exuberantes plantas en la modalidad de abono natural suministrado por el tigre a coste cero?
Cuando subido en ese avión viajaba por el mundo comprobé que también había países enfermos pero que no se debatían como nosotros entre salir o no de la UCI financiera. La realidad era que ellos también están afectados por el drama que ocasiona a las familias ese síndrome al que todos llamamos “crisis económica”. Entonces me acordé de España porque, como nuestra dichosa nación es muy progresista pues se apunta siempre a ser la primera en todo (fútbol, baloncesto, motos, coches, tenis…), incluso en la “crisis económica”, estaría bueno. Debido a ese argumento ya hay quienes opinan que ese es el secreto de que nuestra crisis sea tan profunda y que por ello somos muy amigos de poner en práctica ese dicho popular que nos aconseja “No ser menos que Orteguilla”. Y pensándolo bien… ¿quién era ese dichoso Orteguilla y qué hizo para que siguiéramos su estela con los ojos cerrados?
Entonces me dio tanto coraje que solté esta expresión villargordeña en el interior de mi mente para no despertar a quien, a mi lado, dormía plácidamente:
- ¿Me cago en las muelas de Orteguilla?
Logré olvidarme de este señor, volví a mis observaciones desde las alturas, comprobé con dolor que también están sumidas las familias en la misma problemática que nosotros y que también hay algunos curas al pie de las camas aplicando lo habitual en estos casos. Agudicé el oído y entonces escuché los lamentos de esas familias que, como plañideras, lloraban porque no sabían cómo iban a llegar a fin de mes.
Un poco más adelante descubrí el movimiento incesante de dos grupos bastante numerosos, ambos iban de un lado a otro sin un rumbo fijo pero, cuando tienes una cierta edad, usas las gafas y te fijas bien. Cuando hice estas dos labores me puse a escudriñar detenidamente el panorama, le di muchas vueltas a lo que había delante de mi campo visual y entonces comprobé que al final de su caminar todos entraban en el mismo sitio muy delgados y un tiempo después, cuando salían por otra puerta, ya habían engordado… Descendí hasta una altura más razonable y así pude descubrir a los clientes de ese programa de engorde:
- Los banqueros/as que habían visto pelar las barbas de un colega y no deseaban que se las pelaran a ellos o, si se veían en la misma situación, se curaban en salud y, para que sus espaldas estuvieran bien protegidas, se ponían una pensión bien retribuida y se acercaban a depositar su pesada carga.
- Los políticos/as, esos abnegados ciudadanos que optan a esa labor porque los empuja a ello la gran preocupación que les inspira la paupérrima situación de la ciudadanía. Esa verdadera razón se comprende mejor observando desde donde yo estaba y por eso me percaté de que era honrado lo que perseguían, conseguir que los jueces no les miren la ropa interior porque, tal vez, más de uno/a tengan pintados los  calzoncillos, o las braguitas, de marrón.
Seguí viajando, no puedo afirmar si era durmiendo o despierto, pero os aseguro que ahora divisé a un grupo numerosísimo y lo afirmo porque no necesité ponerme las antiparras. Comprobé que llovía torrencialmente y que los allí concentrados no tenían paraguas para guarecerse del chaparrón que les estaba descargando en esos momentos. Intrigado por la escena seguí observando, divisé muchas banderas de España, comprobé que entre los que ahí estaban reunidos había muchos españoles, tuve la paciencia de contarlos uno a uno y, cuando sobrepasé los seis millones… Lo siento, sólo puedo decirles que eran las 08:30 horas cuando Mari me despertó.

Después de desayunar salimos, como de costumbre, a realizar las compras y en nuestra conversación apareció la desastrosa noche que había pasado por no saber poner la mente en blanco. Le relaté a Mari los hechos, comentamos la actualidad nacional, lamentamos la situación y entonces lancé esta pregunta al aire:
¿Qué español no estaría dispuesto a contar el chiste del “minusválido que va al Cerro del Cabezo en su carro…” y, al acabar de hacerlo, elevar sus brazos al cielo para pedirle al Padre que nos conceda la petición de “seguir como estamos”?
Caminábamos inmersos en esta conversación por una acera de la “Plaza de la Ermita”, nos disponíamos a cruzar una calle, miramos en todas las direcciones y, al volver nuestra vista al frente, reanudamos nuestra marcha. Cruzamos la calle y, en la esquina de la otra acera, nos encontramos a un señor de raza negra que ofrecía a los transeúntes esta hojita:
 
Siempre atiendo a quien se me acerca con publicidad porque entiendo que intenta ganarse la vida de manera honrada y en esta ocasión no iba a salirme de esa línea. Le di las gracias, me guardé la hojita en el bolsillo y al llegar a casa retomé la lectura de su texto, lo escribo por si no pueden leerlo bien en la foto. He ocultado el nombre del señor que ofrece sus servicios y los teléfonos porque nos interesa el tema y no los datos personales de quien lo ofrece.
TEXTO:
PROFESOR---------------
GRAN VIDENTE AFRICANO
CON RAPIDEZ, EFICACIA Y GRANTÍA.
Experiencia en todos los campos de la alta magia. Soluciona cualquier tipo de problemas por difícil que sea, protección contra el mal, enfermedades crónicas, conocedor de los secretos, quitar hechizos, recuperar parejas, encontrar trabajo, atrae personas queridas, limpieza, quitar mal de ojo, quitar mala suerte, romper ligadura, impotencia sexual, ayuda para exámenes y suerte.
RESULTADO GARANTIZADO 100% EN POCO TIEMPO
TELÉFONOS: __________/____________
Cuando acabé de leerlo pasé de una situación de respeto hacia la persona que me lo regaló a un estado de ironía, me ocurrió esa transformación como consecuencia de la indignación que me ocasionaba la lectura de lo que nos ofrecía, sobre todo me impactó su capacidad para encontrar trabajo. Entonces le dije a Mari:
- Lee este texto, es muy interesante. En él está la respuesta que necesita nuestra querida España para dar solución a todos los problemas que la agobian, incluido el mundo laboral. Debería de plantearse Rajoy el hacer una remodelación de su gabinete e incluir entre las novedades ministeriales a este señor tan sobrado de todo.
Inmediatamente retomamos la normalidad y pasamos a la fase cachonda cuando Mari se acordó de aquella escena jocosa que nos regaló nuestro muy admirado actor Clint Eastwood.
En un poblado del oeste americano entra el pistolero y se topa con el tradicional charlatán de traje blanco y sombrero. El pistolero pasa cerca del carromato que sirve de establecimiento al charlatán, camina mascando el trozo de tabaco que previamente había cortado con la navaja, se aproxima al negociante, se detiene delante de él y se origina esta escena:
- Aquí tienen el elixir que soluciona todos sus problemas, cómprenlo y comprobarán sus efectos beneficiosos.
A continuación se dirige al pistolero y le ofrece la oportunidad de comprar una de las pocas botellas que le quedan de su maravilloso producto. Clint Eastwood lo mira en todas las direcciones, desde los zapatos al sombrero, le transmite sin hablar el estupor que le causan sus palabras y sin que nadie espere su reacción, espectador y charlatán, le escupe su mascadura de tabaco sobre la solapa izquierda de la chaqueta y le dice:
- Ahora lo limpias con tu elixir si puedes.
Después de ejecutar esa acción continuó su marcha, sin prestarle atención a las protestas y como muestra de desprecio por la conducta indigna de quien trataba de engañar a la sociedad.
El profesor africano es una muestra más de cómo está la sociedad en nuestros días y, a pesar de que hablamos de grandes avances y logros en las distintas ramas de la ciencia, aún podría venir el charlatán del carromato de la película y estoy seguro que lograría vender algún bote de potingue mágico.
Cuando éramos niños también venían a Villargordo los charlatanes, lo hacían en un camioncillo y lo aparcaban frente a la fuente que había en “El Paseo”.
Sus apariciones estaban muy bien calculadas, cuando acababa la recolección de la aceituna y los vecinos tenían dinero fresco.
La mercancía que ofrecían eran lotes de toallas y mantas, el secreto estaba en ponerlas apiladas, unas sobre otras, y con varios dobleces, aquí residía el engaño. Cuando los compradores llegaban a casa con la ganga que habían adquirido se daban cuenta del engaño a que habían sido sometidos pues al desplegarlas comprobaban que eran diminutas y de una calidad muy baja.
Otro engaño que me ha venido volando desde el recuerdo es el que se ocasiona cuando las personas que están afectadas por temas derivados de su estado de ánimo, el profesor africano podría ser encuadrado de manera presunta en este grupo, giran visitas a los santones que se ponen de moda en cada época.
¿Nadie lee la prensa para informarse de las dudosas prácticas que les ofrecen y para conocer que los dejan sin un euro?
Hace ya bastantes años que me comentaron el procedimiento que usaban estos magos para sus entrevistas con el enfermo. Había por el lugar una persona que aparentaba ir también a la consulta, se hacía el encontradizo con el conductor del vehículo en el que había viajado el enfermo/a y hablaban de sus transportados. Luego pasaba hasta el mago y le contaba los secretos que atenazaban a las personas. Cuando salía la persona de la consulta proclamaba que era muy bueno pues él mago ya que conocía todas las cosas que le pasaban ates de que ella se las contara.

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