miércoles, 26 de junio de 2013


El TRATO
Colaboración de Paco Pérez
Hace ya un tiempo me contó un amigo la historia jocosa que le tocó vivir cuando compró una casa para uno de sus hijos.
La familia vendedora era representada por un familiar ya mayor, Bastián, y con este señor hizo mi amigo el trato. Una vez acordado el precio, escribieron los acuerdos del trato en un contrato y lo firmaron ambas partes.
Cuando el notario tuvo preparadas las escrituras de compraventa, bajó a nuestro pueblo, los convocó y, en el despacho de José Manuel Ortega Boluda, gestor local en aquellos días, se procedió a la lectura del documento que reflejaba el cambio de propietario. Seguidamente tomó de nuevo la palabra y les dijo:
- En el contrato que ustedes firmaron en su día se alteraron las estipulaciones oficiales que hay establecidas, por ley, para estos actos notariales y en él acordaron los firmantes que los gastos de notaría y de impuestos se pagarían por las partes intervinientes al 50% y no como establece la ley… ¿Están de acuerdo en seguir manteniendo lo firmado?
Bastián, levantó la mano para hablar, les mostró al hacerlo su incultura y, a su vez, la gran honradez que atesoraba al pronunciar estas palabras:
- Señor notario, a mí me gusta cumplir lo que acuerdo con las personas y, como con este hombre yo acordé que pagaríamos a partes iguales todo, pues no estoy conforme con lo que usted ha dicho ahora, pagar al 50%. A cada uno hay que darle lo suyo y por eso quiero que sigamos pagando a partes iguales.
El notario estuvo muy acertado al contestarle así:
- De acuerdo Sebastián, se hará como usted dice.
Ninguno de los reunidos se hizo eco de lo que dijo y se siguió con el protocolo.
Un día, yo estaba en “Zona-3” jugando una partida de tute. Entre los mirones esta uno de los sobrinos de Bastián y, creyendo que nadie de los allí presentes conocía los hechos, habló del asunto de su chacho para hacer un chiste y regalarnos unos momentos de risa a los que estábamos allí; la verdad es que lo consiguió, nos causó mucha gracia la historia.
Cuando se acabaron las risas nos comentó un hecho totalmente opuesto y esta vez la figura fue José Manuel Ortega Boluda,  pasamos de la risa a la indignación. Este gestor cobró a todos los implicados en la historia de Bastián los honorarios del notario y los impuestos que la transacción tendría ante Hacienda. Unos meses después, cuando el notario mandó a los interesados unas cartas para el cobro de sus honorarios, se descubrió que el dinero cobrado por el gestor a las partes no había servido para pagar los gastos de notaría y que tampoco había pasado por los organismos oficiales para liquidar la legalización de los documentos de propiedad firmados.
Unos días después estaba en “El Paseo”, me encontré con la persona que me había contado los hechos de Bastián y le hablé del asunto que nos contaron del gestor sobre el robo del dinero. Él me dijo que su hijo recibió una carta de pago de la notaría, con ella se personó en la oficina del gestor para pedirle explicaciones y éste le negó el robo. Entonces su hijo le anunció que inmediatamente se iba a Jaén para aclarar el tema y se marchó de la oficina.
Cuando viajaba recibió una llamada del gestor, no le descolgó, estuvo en la notaría y allí le comentaron la travesura que había hecho con todas las personas que esa tarde habían firmado en su oficina testamentos o escrituras, el dichoso gestor se quedó con todo el dinero cobrado.
Cuando regresó al pueblo se personó de nuevo ante José Manuel y le dijo:
- Tienes cuarenta y ocho horas para devolverme lo que me has robado, vendré el próximo viernes a las 11:00 horas y espero que no te olvides de cumplir.
Mi amigo conocía muy bien a su hijo y, para evitar que ocurriera ese día una desgracia en la oficina, si no le tenía preparado el dinero, se personó el día fijado para el cobro del dinero. Tuvo suerte y no hubo problemas, le tenía preparado el dinero.

EL CONTESTADOR AUTOMÁTICO
DE
BASTIÁN
 
En una tertulia vinatera entre conocidos comenté la historia que les he relatado sobre Bastián y uno de los presentes pasó a contarnos lo que conoció él en primera persona cuando un día necesitó hablar con Bastián y lo llamó a casa, no le descolgaron el teléfono y el contestador tenía grabado este mensaje:
- Semos el Bastián y la Refaela, ahora no estamos en la casa porque estamos afuera, vamos a volver dentro de un rato y entonces nos llamas otra vez.
Gracias.

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