sábado, 1 de febrero de 2014

CUMPLAMOS LAS LEYES

Colaboración de Paco Pérez
TEXTOS
MALAQUÍAS 3,1-4
Así dice el Señor:

- Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos.
¿Quién podrá resistir el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca?

Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero. Se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví y presentarán al Señor la ofrenda como es debido.
Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.
HEBREOS 2,14-18
Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.

LUCAS 2,22-40
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: 
- Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: Un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.
Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
- Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
- Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida, así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
REFLEXIÓN
Abrahán fue el origen del pueblo de Dios y, hasta la venida de Jesús, los hombres caminaban perdidos y estaban hundidos por miedo a la muerte.
Dios se manifestó al pueblo de Israel y le comunicó que lo había escogido para ser su pueblo, poco a poco le fue mostrando el sentido de las cosas y, llegado el momento, les habló de un libertador que los haría libres.
Eran tiempos de opresión, estaban cautivos en Egipto, ellos no entendieron el mensaje de manera correcta y pensaron que se les hablaba de un guerrero poderoso que les quitaría el pesado yugo de la cautividad, Él les hablaba de la esclavitud del pecado y del miedo a la muerte.
Para que el pueblo prometido pudiera liberarse de sus ataduras vino Jesús, éste aceptó al hombre con todos sus defectos y miserias. Para que fuera más creíble todo y se cumplieran todos los requisitos nació de una mujer, tomó carne y sangre de humanos y venció al “demonio”.
Una vez dado ese paso fundamental en el plan que Dios estableció para el hombre, éste ya no debe de tener miedo a la muerte como antes de la venida de Jesús porque le espera el encuentro final con el Padre.
Instalado entre nosotros, Jesús superó las pruebas de la tentación y del dolor, estas experiencias que tuvo que vivir nos deben de dar fuerzas para seguir adelante en los momentos bajos y en las adversidades, cuando se nos deterioren las condiciones normales de nuestro cuerpo y espíritu.
A lo largo de los años, si somos algo observadores, podemos comprobar que en la religión también hay una evolución necesaria. Hoy se nos muestra un acto preceptivo de cumplimiento en tiempos de Jesús, emanaba de la Ley de Moisés, y el pueblo la cumplía de manera escrupulosa. Los padres de Jesús eran muy cumplidores, era lo que había entonces y me enseñan que siempre tengo que ser respetuosos con la ley que me rija.
Pasan los años y comprobamos que quien había nacido para transformar al mundo se amoldaba a lo que había y también que esperó el momento justo para poder presentar su propuesta para transformar al hombre y así poder mejorar lo que regía, no usó la violencia y sí el amor y el servicio como armas de persuasión… ¿Hacemos nosotros lo mismo o intentamos siempre que nuestros postulados triunfen a costa de lo que sea?
Para un creyente, Simeón y Ana son una prueba de que Dios les anunció con antelación la venida de la luz y, llegado el momento, acuden al templo como testigos de que les había sido revelada su identidad con anterioridad a ese día y ellos proclamaron con vigor su grandeza. Los NO CREYENTES pueden decir que no es una prueba tangencial de que Dios existe, es verdad. Para quienes SÍ CREEMOS es una prueba suficiente porque es una mezclan de fe y confianza en Dios.
Malaquías también profetizó la venida del Mesías, el esperado. Proclamó sus cualidades, puntualizó las acciones que realizaría y contra quienes.
Me ha impresionado, de manera positiva, el mensaje que lanzó a quienes tenían la función de oficiar el culto en la casa de Dios, los levitas. No debían de estar haciendo las cosas de manera correcta. Supongo que antes, igual que ahora, ser clérigo no daba bula para hacer y deshacer sin ajustarse a lo que Dios nos pide y sí debían y deben actuar en la línea que Jesús estableció. Esta manifestación de rechazo a la mala gestión del culto lo corroboró Jesús cuando visitó el templo y expulsó de él a quienes comerciaban con el nombre de Dios.

¿Qué ocurriría ahora si se presentara Jesús en nuestros templos y nos viera toqueteando y besuqueando las imágenes
¿Esta es la práctica espiritual que Jesús diseñó al fundar su IGLESIA o es invención de los hombres?

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