lunes, 14 de septiembre de 2015

HUMOR VILLARGORDEÑO CON “EL PAPO” Y FRASCO “PARATRENES”

Colaboración de Paco Pérez

EL ARROZ CON ALMEJAS

Un día, Juan Francisco GuijarroEl papo” comía con la familia un arroz con almejas. Mientras movían la cuchara y el bigote hablaban poco y él, cuando ya le quedaban en el plato sólo unas cucharadas, rompió el silencio sepulcral que habían mantenido para decirle a su esposa:

- Beatriz, cuando otro día hagas arroz no le eches almejas.
- ¿Por qué, no las quieres?
– Tú me haces ese favor –le insistió él.
– Pero… ¿Qué le pasa a las almejas?
– Nada.
– Juan Francisco… ¿Qué te pasa hoy con ellas si siempre te las has comido y nunca has dicho nada?
- Pues nada pero te lo voy a decir hoy… ¡¡¡Porque con ellas engañas a los gatos y a mí!!!

VENDIMIANDO EN FRANCIA

Francisco Tirado Torres era más conocido como Frasco Paratrenes” que por su nombre y apellidos. Éste era un señor que daba la sensación de tener un carácter tímido y poco hablador porque cuando tomaba la palabra, algo no habitual en él, lo hacía con voz suave y lastimera mientras pronunciaba unos dichos y palabros muy oportunos para la temática que se trataba en ese momento en la reunión y, entonces, todos los presentes comenzaban a reír con unas ganas tremendas.
Hace ya bastantes años, cuando España estaba gobernada por Franco, las penurias económicas agobiaban a casi todas las familias y para paliar algo esas estrecheces algunos miembros de ellas se marchaban a Francia en el otoño para la vendimia.
Un año, Frasco también cruzó la frontera por Irún para vendimiar en el país vecino y lo hizo acompañado de su hijo Juan Tirado Lerma, el popular “Juan Pipirrana”.
Una tarde, después de dar de mano en el trabajo, Juan y los otros jóvenes villargordeños decidieron darse una vuelta por el pueblo donde trabajaban. Se lo comentó a su padre y a éste no le gustó la idea pero Juan insistió tanto que Frasco perdió la batalla y cedió al deseo de Juan.
Cuando éste salió de casa Frasco, que estaba apoyado sobre uno de sus hombros en el quicio de la puerta, se despidió del hijo y antes de que éste avanzara cuatro pasos exclamó:
- ¡¡¡Juaaaan, hijo míííío!!!
Juan detuvo su caminar, se volvió hacia su padre y le preguntó:
- ¿Qué quieres papa?
- ¡¡¡Ya verááás cóóómo te la apañas para venir con la chaaapa de una matrícula pegada en las espaaaaaldas!!!
Frasco, con este mensaje, le comunicaba a Juan su preocupación, no deseaba que lo atropellara un coche.


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