martes, 10 de julio de 2018

EL CINE


Colaboración de Paco Pérez
Capítulo XIV
PERSONAJES INOLVIDABLES-IV
José Marfil “El Niño H”, para mí, fue el personaje clave de este cine porque al ejercer la labor de operador su papel le hacía irreemplazable pues si faltaba él algún día… ¿Estaban preparados Antonio y Juanito para hacer ese trabajo?
Yo creo que no porque los conocimientos técnicos de José estaban reconocidos por todos los villargordeños y los de sus cuñados también, lo suyo era vender y coger las entradas.

Juanito era un gran herrero, experto en el manejo del martillo gigante para el moldeo y acoplamiento de las yantas metálicas en las ruedas de madera de los carros de labranza, labores que requerían también una gran pericia profesional que sólo se solucionada con gran experiencia, mucho músculo y mucha coordinación en el equipo.
Al señor Antonio, aunque también trabajaba en la tienda-taller de electrodomésticos y electricidad con José, lo vi un día coger un destornillador y por eso me percaté de sus pocas habilidades en esa profesión pues el dedo índice lo ponía sobre el vástago metálico de la herramienta, es decir, lo hacía de manera incorrecta porque no envolvía la empuñadura con el resto de los dedos y la mano. Por esta imagen que no se me ha borrado aún de él es por lo que considero hoy que pegar la cinta de los fotogramas si se rompía, algo frecuente entonces, o reponer los carbones si se agotaban debían ser trabajos técnicos muy complicados para él.  
Por las razones expuestas es por lo que opino que si alguno de estos cuñados enfermaba en alguna ocasión pues no se notaba su falta porque para vender o coger las entradas no se necesitaba ningún conocimiento técnico y como la familia era tan amplia pues podían ser sustituidos sin dificultad.
José fue un hombre que se hizo asimismo y no necesitó ir a ningún centro de estudios porque fue autodidacta. En aquellos años los recursos familiares eran los justos y las posibilidades que tenían los jóvenes para ir a estudiar fuera del pueblo eran pocas. Por estas circunstancias comenzó a estudiar por su cuenta sobre temas de electricidad y así fue como logró aprender a realizar instalaciones, arreglar los aparatos de radio, los televisores o cualquier tipo de electrodomésticos de la época. Su logro más importante fue conseguir ser un técnico experto en el montaje de aparatos de radio y televión, el compraba en el mercado los componentes y los montaba en la tienda-taller de la calle Ángel Méndez.
El primer televisor que entró en casa de mis padres, eran los tiempos donde las emisiones se ofrecían en blanco y negro, fue de la marca comercial “Niño H” y cuando me casé, como funcionaba muy bien el de mis padres, pues no hubo motivos para cambiar de marca y también fue suyo el que compramos.
Ya he reseñado que José fue un hombre fuera de lo común en el plano profesional pero también lo fue en otros aspectos de su vida: Como persona era buenísimo, no dudo que hubo y habrá personas magníficas pero mejores que él no; como esposo y padre, inmejorable; prudentísimo; bondadoso; muy sincero; buen cristiano y enormemente desinteresado… ¿Me he olvidado de añadir algo más?
Si alguien que lea el escrito lo conoció mejor que yo y sabe más cosas positivas de él que las ponga en comentarios.
Como era un buen cristiano iba al templo parroquial para hablar con Dios, asistir a misa y comulgar. También tenía una gran devoción a la imagen de “Nuestro Padre Jesús Nazareno”, era cofrade ferviente de Él.
Dije que su cuñado Antonio estaba con él en el negocio de la tienda-taller y esa fue la gran suerte de José… ¿Por qué opino así?
Porque Antonio era una persona normal en el campo profesional, es decir, si trabajaba tenía que cobrar para dar de comer a la familia y José, por ser una persona con tan poco apego a lo material, muchos de los trabajos que hacía no los cobraba.
Lo que acabo de exponer no es un invento pues está basado en lo que hacía con mucha ente y una experiencia que yo tuve con él cuando el televisor que le compré se nos averió. Los hechos ocurrieron en el año 1974 cuando, por razones laborales, fui destinado como maestro a Solana de Torralba, un pequeño pueblo de colonización que pertenece al término municipal de Úbeda (Jaén) y que está situado a unos 90 kilómetros de Villargordo.
Un día, como el televisor dejó de funcionar, me puse en contacto telefónico con José desde allí para comunicarle lo ocurrido, él me hizo unas cuantas preguntas técnicas, al estilo de los médicos, se las respondí y a continuación me comunicó el diagnóstico:
- Paco, no tiene importancia la avería pues creo que sólo es una lámpara que se ha fundido.
Yo, muy preocupado, le pedí que me aconsejara qué debía hacer para resolver el problema y él, sin darle importancia, me contestó así:
- Si ese pueblo estuviera cerca de Villargordo iba con la moto y te arreglaba la avería en un momento.
Le comuniqué que estaba muy lejos y, de pronto, me acordé que ese fin de semana veníamos al pueblo, que Fernando Bergillos iría a recogernos con el taxis y que podríamos llevarnos el televisor. Entonces, él me aconsejó no hacerlo porque no podría venirle bien al aparato y me propuso desplazarse él hasta Solana de Torralba. Ya no hubo forma de convencerlo de que ese era el mejor camino. En aquellos años había clase por la tarde y acordamos que estarían en el pueblo un poco antes de que yo saliera de la escuela.
El día acordado teníamos preparado el equipaje para salir de viaje después de las cinco, llegué a casa puntual y allí estaban ya José y Fernando, nos saludamos e inmediatamente dijo José:
- ¿Nos vamos?
Me quedé sorprendido porque esperaba que empezara a realizar el arreglo y le pregunté:
- ¿Y la avería?
– Ya está arreglada –me contestó.
- ¡¡¡Yaaaa!!! – exclamé incrédulo.
- Era lo que te dije, una lámpara que se había fundido – me aclaró.
Cuando me recuperé de mi sorpresa lo único que le dije de inmediato fue lo que debe hacer quién encarga a una persona un trabajo:
- José, cuando se hace un trabajo y se acaba ya hay quedar el siguiente paso, cobrar.
Él dijo que la avería no había tenido importancia y que le había servido para hacer turismo y conocer un nuevo pueblo. No consintió cobrar nada ni por su trabajo, el desplazamiento y la pieza.
Cargamos el equipaje, nos montamos en el coche e iniciamos el viaje de regreso a Villargordo. Durante el trayecto hablamos de diversos temas, uno de ellos fue reconocerle su generosidad y por ese diálogo le dijo Mari:  
-José, lo que usted ha hecho con nosotros hoy me ha hecho recordar lo que se dice en nuestro pueblo de las personas que trabajan como usted: [Hijo, estás como el sastre de Campillo, aquel que cosía de balde y, además, ponía el hilo.].
Otra faceta profesional del señor José fue su pericia como relojero en el taller. Por esta otra faceta profesional, durante muchos años mantuvo en perfecto funcionamiento el reloj del “viejo Ayuntamiento” y los que ya somos mayores sabemos que esta labor no era fácil, por las características de él. Como a ese reloj se le daba cuerda con unas pesas que colgaban de unas cuerdas pues antes de instalarlo tuvieron que excavar en la base un pozo para que las éstas tuvieran suficiente recorrido. Como se elevaban con unas manivelas pues José tenía que subir hasta donde estaban éstas mediante unas escaleras. Esta labor tenía que realizarla con más frecuencia de lo normal y la causa de ello era que el pozo realizado no tuvo la profundidad adecuada para que las pesas hubieran hecho todo su recorrido, sólo lo hacían hasta una cierta altura.
Mientras José estuve joven el reloj funcionó pero cuando la edad le hizo dar el relevo él transmitió los secretos de sus cuidados al siguiente para que continuara funcionando. Uno de los continuadores me comentó los peligros que tenía cuidar del reloj y la mísera compensación económica que le daban por hacerlo. No lo dijo pero me imagino que esas serían las causas reales por las que duraron tan poco sus sucesores… ¿Escuchó alguien comentar a José estos pormenores mientras desempeñó tanto años esa responsabilidad?
Esta realidad nos demuestra que para él lo importante era cumplir con la responsabilidad contraída y supongo que los peligros reales que entrañaba darle cuerda serían los mismos para José y para sus sustitutos.
Siempre que sale el tema de la “calvicie” me acuerdo del señor José y lo pongo como modelo de “calvo” sin complejos… ¿Cuándo?
En nuestros días, nos encontramos con personas que llevan mal la caída del cabello y entonces se echan los mechones hacia adelante para cubrirse las zonas sin pelo o también los hay que recurren a un peluquín para disimular su realidad. José nunca entró en esos grupos y por eso siempre dejó su calva al descubierto, ni en verano usó el sombrero y tampoco la gorra en invierno. Además, en invierno usaba sólo chaqueta y muy raras veces se ponía una pelliza de color hueso… ¡¡¡Cuando hacía muchísimo frío!!!

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