domingo, 3 de marzo de 2019

¿CÓMO VIVIMOS EL CRISTIANISMO?


Colaboración de Paco Pérez
JESÚS, MAESTRO, NOS ENSEÑA EL CAMINO
Se nos plantea el pecado, la muerte y la resurrección partiendo del ejemplo que nos dio Jesús.
Antes de que Él viniera esas dos realidades no eran entendidas de la misma manera que comienzan a tratarse después que estuviera con nosotros, desde entonces todo cambia porque las circunstancias eran diferentes por su victoria sobre el pecado y la muerte.
Pablo, años después, retomó el tema para orientar a los cristianos y nos dejó una pista sobre el nuevo enfoque en 1ª CORINTIOS 15, 56:[El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley.].
¿Por qué nos plantea estas palabras?

Antes de Jesús la Ley decía al hombre qué debía hacer y que no, él caía una y otra vez porque no sabía qué debía hacer para vencer las tentaciones que recibía pues la Ley no lo orientaba. Esta situación les hacía vivir agobiados porque la conciencia les recordaba que eran infieles a los deseos del Padre.
Con Jesús cambian estos planteamientos porque Él nos enseñó cómo luchar contra la tentación para vencer a la muerte y, con su resurrección y ascensión a los cielos, nos señaló el camino del Reino. Necesitamos estar vigilantes para que el pecado no nos lleve a una muerte sin retorno.
El método de Jesús eran las parábolas, con ellas les ponía ejemplos que eran entendidos por todos pero quienes le escuchaban, siendo libres, tenían que optar por hacer lo que Él les proponía o seguir haciendo lo mismo.
Para cambiar debemos reconocer que es bueno escuchar a quienes pueden enseñarnos algo pero si sólo aceptamos nuestros criterios o los de quienes están tan equivocados como nosotros todo seguirá igual o empeorará. Para confirmarlo podemos leer:
- Lucas 6, 39: [¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?].
- Lucas 6, 43-44: [Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas.].
Cuando queremos que las cosas cambien solemos elegir el camino equivocado criticando a quienes tienen responsabilidades públicas y no optamos por hacerlo al revés, tirar nosotros del carro haciendo las cosas bien y después, con ese ejemplo, que la sociedad camine hacia el cambio por convencimiento y no con violencia. Esa es la verdadera y única solución, la que nos enseñó Jesús y no queremos aprenderla. Empecemos el cambio confirmando lo dicho y para ello leeremos Lucas 6, 41-42:
[¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?
¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo”, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo?
Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.].
Jesús les hablaba de la necesidad que tenían de cambiar para poder vivir una experiencia diferente del Reino de Dios, lo conseguirían si ponían su preocupación en descubrir qué necesitaban las personas de su entorno.
No dudó en criticar, corregir y rectificar con energía las interpretaciones de la LEY si éstas entraban en contradicción con lo que Dios espera de nosotros, compasión y justicia con los débiles.
Si no nos preocupamos de cambiar el comportamiento que practicamos de “nulo compromiso” en nuestra relación con el prójimo será porque tenemos el “vaso del deber cumplido” vacío.



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