jueves, 8 de mayo de 2014

Guadalquivir VII

Colaboración de José Martínez Ramírez                            

Dedicado a mi profesora, Dª Mari Paz, como muestra de respeto y cariño.

Con su traje verde y sus dedos blancos de tiza
-las tibias flores de almendro la regresan-
la profesora, entre la tristeza y la alegría,
cargada, por un puñado de rosas, de entereza,

Dibujaba la estela de un viaje a Sevilla.
Estatua bella  de mi recuerdo, pupila
celeste, paz del duende, que la vida alfombre,
palabras que ya nunca han de decir su nombre.

Guadalquivir abajo, ataduras del pasado.
Tiernos abrazos a mil metros de profundidad,
laureados de versos secretos, velados,

de niños y risas y llantos que gritan… ¡Amad!
Recuerdos vagos de infancia, perlados,
por un encanto de mujer para siempre jamás.
                   

                

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