domingo, 7 de febrero de 2016

EL LAGO Y CAFARNAUM, INICIO DEL CRISTIANISMO

Colaboración de Paco Pérez
El lago de Galilea tiene un protagonismo  grande en la vida de Jesús porque en él y su entorno ocurrieron hechos relevantes durante su vida pública. También se le conoce como lago de Tiberíades o de Genesaret, estos nombres fueron tomados de dos de las varias ciudades que en aquellos tiempos se encontraban junto a él. Una de las más importantes fue Cafarnaúm. Esta ciudad tenía un puesto de aduanas, porque era zona fronteriza; estaba junto a la gran calzada romana que unía Galilea con Siria y tenía una guarnición romana. En ella vivió Jesús al dejar Nazaret y se protagonizaron muchas escenas bíblicas de su predicación. Sus habitantes vivían en casas de construcción humilde, adaptadas a las condiciones climatológicas del lugar y se dedicaban a la pesca y a la agricultura. Por el trazado de las casas se puede intuir la extrema pobreza en que vivían los amigos de Jesús.

Cuatro siglos después de Jesús, Cafarnaúm quedó destruida y a finales del siglo pasado se encontraron sus ruinas.
¿Por qué hago este relato breve?
Porque entre sus ruinas apareció un recuerdo muy importante, la  cimentación de la casa de Pedro. Las inscripciones encontradas en ella demuestran que los primeros cristianos se reunían allí ya, desde el S.I, para celebrar la Eucaristía.
La acción didáctica y profética que Jesús inició comenzó su andadura en el barrio de pescadores de Cafarnaúm, un lugar popular, pobre y trabajador.
Debemos recordar que los profetas, anteriores y posteriores a Él, tenían una misión que cumplir y lo hacían por encargo expreso  de Dios porque cómo adquirían esa condición no está al alcance de todos, eran escogidos por Él… ¿Lo hacía al zurro o sería porque éstos tenían unas condiciones especiales que Él sí conocía?
Ellos proclamaban sin miedo el mensaje de Dios y advertían a los hombres sobre lo ciegos que estaban cuando actuaban en la vida, aunque no fueran invidentes. Los hombres de entonces lo estaban y los de ahora también porque nunca logramos ver cómo se nos manifiesta Dios a diario en todos los hechos y circunstancias de la creación. Reconocerlo es una tarea que no es fácil porque no sólo no palpamos su presencia en nuestro entorno sino que actuamos tan mal que lo único que conseguimos es que su presencia resulte más invisible e incomprensible.
En Isaías y Pablo encuentro de común que ambos se sintieron  indignos de desempeñar la labor que les encomendó pero también veo claro, ayudado por estos dos ejemplos, que Dios nos conoce a la perfección y que sabe valorar en nosotros lo bueno que tenemos. De los dos, me voy a detener en la figura de Pablo porque quiero ver en ella (es mi opinión) cómo valora Dios la fuerza con que perseguía a los seguidores de Jesús, por orden del judaísmo, para que viera la VERDAD y se convirtiera entonces, con la misma fuerza, en su defensor. El ejemplo de Pablo nos debe servir para que nos demos cuenta de la importancia que tiene para el hombre el dejarse guiar por principios de vida que dicen ser únicos y después, un tiempo más tarde, se comprueba que es una filosofía equivocada que causa dolor a las personas, Pablo actuó equivocadamente al principio por ser un fiel creyente del judaísmo. Rectificar es de sabios, él lo fue y cambió; sigamos su ejemplo.
Jesús, cuando predica a las gentes desde la barca, ya era conocido y respetado, por eso les ordenó adentrarse en el lago y echar las redes, ellos le obedecieron a pesar de no haber pescado nada durante la noche. La recogida de la pesca abundante sólo fue presenciada por los pescadores, por esa acción le reconocen su grandeza y se declaran pecadores e indignos de estar a su lado.

Para Dios no hay nada imposible y por eso escoge a unos humildes pescadores para que le ayuden en su labor divulgadora de la PALABRA para captar a los hijos de Dios para la Iglesia y la pesca abundante fue símbolo del fruto que habrá que recoger después de la predicación del Reino de Dios.





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