lunes, 29 de febrero de 2016

CURIOSIDADES CIENTÍFICAS PROPUESTAS POR BILL BRYSON

Colaboración de D. Ramiro Aguilera Vaquero
¿QUIÉNES SOMOS Y DE DÓNDE VENIMOS?
Durante el 99’999% de nuestra historia como organismos, estuvimos en la misma línea ancestral que los chimpancés, es decir, éramos chimpancés. Hace unos siete millones de años, un grupo de nuevos seres salió de los bosques tropicales de África y empezó a moverse por la sabana. 

Eran los austrolopitecinos (Austral significa en latín, “del sur” y no tiene relación con Australia) y durante los cinco millones de años siguientes serían la especie de homínidos dominante en el mundo. Había diversas variedades de austrolopitecinos, unos esbeltos y gráciles, otros más fornidos y corpulentos, todos capaces de caminar erguidos. Unas especies vivieron más de un millón de años, otros, unos pocos cientos de miles. Todas esas especies vivieron mucho más tiempo que lo que ha vivido la nuestra hasta ahora. Los huesos y las huellas encontradas, así lo testifican. Hace entre tres y dos millones de años, parece que existieron hasta seis tipos de homínidos, pero sólo perduró Homo, hace unos dos millones de años, porque tenía en proporción el cerebro más grande. Los otros tipos desaparecieron y como Matt Ridley sugiere “tal vez nos los comiésemos”. La línea Homo comienza con Homo habilis, sigue con Homo erectus y concluye con nosotros, Homo sapiens. Un chimpancé y nosotros, genéticamente, somos iguales en un 98’4% y hay menos diferencias entre las dos especies, que entre una cebra y un caballo.
UN PASEO POR EL BOSQUE
Si sales a cualquier bosque y coges un puñado de tierra, tendrás en la mano 10.000 millones de bacterias, casi todas desconocidas por la ciencia, un millón de rechonchas levaduras, unos 200.000 honguitos peludos, conocidos como mohos, tal vez 10.000 protozoos (de los que el más conocido es la ameba), y diversos rotíferos, platelmintos, nematelmintos y otras criaturas microscópicas, conocidas colectivamente como criptozoos. Gran parte de ellos serán también desconocidos.
En la década de los ochenta dos científicos noruegos recogieron un gramo de tierra elegido al azar en un bosque de abedules, próximo a su laboratorio de Bergen, y analizaron meticulosamente su contenido bacteriano. Aquella pequeña muestra contenía entre 4.000 y 5.000 especies diferenciadas de bacterias. Se trasladaron luego a una zona costera, situada a unos kilómetros de distancia, recogieron otro gramo de tierra y se encontraron con que contenía de 4.000 a 5.000 especies distintas. Por ello pensaron que si hay más de 9.000 tipos microbianos en dos pequeñas muestras de dos localidades noruegas… ¿Cuántas más aguardan el descubrimiento en otros hábitats radicalmente distintos?
Según una estimación podrían ser hasta 400 millones.
        


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