martes, 1 de marzo de 2016

EN MIS MANOS QUEDÓ LA LLUVIA

Colaboración de José Martínez Ramírez

Intentando sujetar lo que quiero y pierdo
para siempre. Y ahí perdido me condenas
a mal vivir. Qué más da loco o cuerdo.
Tendido derramo mi alma en la yerba,
que nos arropó del frío, que hoy muerdo.
Pero ahora siéntate y escucha a las sirenas
que te llaman con flores de romero,
esas que tanto te gustan, por pequeñas.

Te amaré, mientras el día
traiga esa lluvia de duelo.
Las estrellas mentían,
sólo queda el desconsuelo.

Más allá de la vida que conocemos
sé que no existirán estas cadenas.
Así que, tendido en este frío suelo,
abrazo el espacio que tu rellenas
con tu ausencia. Este perro lastimero
ya no tiene ni quien por lastima lo quiera,
no queda lluvia, en las estatuas de Botero,
no me llaman ni las putas ni las verbenas,
ni a las fiestas mis amigos los toreros,
cuando torean distraídas veinteañeras.

Te amaré, mientras el día
traiga esa lluvia de duelo.
Las estrellas mentían,
sólo queda el desconsuelo.


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