domingo, 10 de abril de 2016

LA RESURRECCIÓN DIO IMPULSO A LAS COMUNIDADES CRISTIANAS

Colaboración de Paco Pérez
Jesús Resucitado, al que no reconocieron cuando se presentó ante ellos y les habló, propició a los apóstoles una pesca milagro­sa después de no haber pescado nada en toda la noche. Antes les había anunciado: [Os haré pescadores de hombres.].
Con esta escena nos enseñó cuál era, y es, la misión de la Iglesia: “Intentar llegar hasta quienes no conocen a Jesús y su doctrina”.

Hay dos hechos decisivos para el CRISTIANISMO, la Resurrección de Jesús y las apariciones posteriores a sus apóstoles. Ellas hicieron posible el nacimiento de las primeras “comu­nidades cristianas” y la puesta en marcha de la “labor misionera” que les había encomendado.
Con la presencia viva y real de Cristo ante ellos, en momentos como el de la “pesca milagrosa”, fue cómo comenzó a tener éxito la misión cris­tiana de extenderse. Para conseguirlo es necesario el esfuerzo humano pero nada se alcanzaría sin la presencia viva del Señor en ella… ¡¡¡Por eso sigue en pie el cristianismo después de 2000 años!!!
Muerto Jesús, los apóstoles fueron llamados por las autoridades religiosas, acudieron y el “sumo sacerdote” les recordó que tenían prohibido enseñar en nombre de Él y ellos, en vez de asustarse, les contestaron: [Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero.].
Esas palabras fueron certeras y desconcertantes para quienes los interrogaban, ellos les volvieron a prohibir de nuevo el seguir predicando sus enseñanzas y, después, los soltaron.
Para los cristianos, esas acciones represivas no los asustaban y sí les servían de estímulo a seguir porque se sentían orgullosos de haber padecido por defender el nombre de Jesús. Este comportamiento les hacía crecer y así, día a día, el número de cristianos aumentaba.
El Apocalipsis nos muestra una visión de lo que ocurrió cuando entró Jesús en el Cielo, recibió del Padre el LIBRO que lo contiene todo, el que sólo es conocido por ellos, y cómo fue recibido por todos los que ya están allí… ¡¡¡Dando gloria al Padre y al Hijo!!! 
Este libro bíblico encierra una gran espiritualidad, tiene una gran visión del futuro y, analizado desde la realidad de nuestros días, nos puede ayudar a caminar en el presente. Fue escrito entre los años 90 y 100, en una época de persecución para los primeros cristianos... ¿Por qué?
Como después de la muerte y resurrección de Jesús, el Evangelio se extendió mucho, cruzó las fronteras de Palestina y entró en los límites del Imperio Romano… ¡¡¡Ahí estuvo el problema!!!
Estuvo ahí porque en las escuelas del Imperio Romano se enseñaba: [El emperador es el Señor del mundo.]. Y, al otro lado de la calle, los cristianos proclamaban… ¡¡¡Jesús es el Señor de Señores!!!
Ayudado por la religión, el emperador controlaba la vida del pueblo, explotaba a los pobres y aumentaba la riqueza de los poderosos.
Como Jesús enseñó a los cristianos que todos somos hermanos,  éstos defendían la igualdad y el compartir lo que tenían; condenaban a los ricos porque explotaban a los trabajadores y no apoyaban el proceder injusto del Imperio Romano pues el incipiente “CRISTIANISMO” se convirtió, sin pretenderlo, en una amenaza para el “imperio” y los emperadores… ¿Qué consecuencias se derivaron de esta situación?
Los emperadores optaron por defender sus privilegios, decidieron combatir ese naciente peligro del “cristianismo” y, para conseguirlo, decretaron las “persecuciones”.
Las consecuencias no se hicieron esperar pues muchos cristianos abandonaron el Evangelio por miedo y se pasaron al lado del imperio.
En este ambiente fue escrito el Apocalipsis por Juan, lo hizo para las gentes de las pequeñas “comunidades cristianas” que estaban diseminadas por el Imperio Romano, sobre todo por Asia Menor.
Lo escribió porque el pueblo, que estaba cansado de sufrir, ya no tenía el entusiasmo del comienzo debido a que, además de lo anterior, también aparecían falsos apóstoles, se divulgaban doctrinas equivocadas que los confundían y, además, los perseguían.

Antes, y hoy, los débiles y los pobres eran los que continuaban firmes en la fe y en la lucha. Como Juan sabía que necesitaban palabras de luz que les dieran aliento y coraje pues por eso lo escribió para ellos.





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