sábado, 14 de mayo de 2016

CURIOSIDADES PARA REFLEXIONAR

Colaboración de D. Ramiro Aguilera Vaquero

Yuval Noah Harare, profesor de historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, tras doctorarse en la Universidad de Oxford, en su obra titulada “SAPIENS. De animales a dioses”, afirma lo siguiente: 

[Los últimos 500 años han sido testigos de un crecimiento vertiginoso y sin precedentes del poder humano. Imaginemos que un campesino español se hubiera quedado dormido el año 1000 d.C. y se hubiera despertado 500 años después debido al estrépito producido por los marineros de Colón cuando subían a bordo de la Niña, la Pinta y la Santa María. El mundo en el que se había despertado le hubiera parecido bastante familiar. A pesar de los muchos cambios habidos en tecnología, costumbres y fronteras políticas, este hombre medieval se habría sentido como en casa. Pero si uno de los marineros de Colón hubiera caído en un sopor similar y se hubiera despertado al sentir la señal de llamada de un iPhone del siglo XXI, se habría sentido en un mundo extraño más allá de toda compresión y podría haberse preguntado:
- ¿Acaso esto es el cielo? ¿O quizá el infierno?].
En Bélgica, a la mañana siguiente de la batalla de Waterloo (1815), junto a los hospitales de campaña, podían verse montones de manos y piernas serrados. En aquellos tiempos a los carpinteros y carniceros que se alistaban en el ejército, se les solía destinar a servir en el cuerpo médico, porque la cirugía requería poca cosa más que saberse manejar con cuchillos y sierras. Antes de la llegada del cloroformo (mediados del siglo XIX), cuatro soldados tenían que sujetar a su camarada herido mientras el doctor serraba el miembro dañado. Los mejores médicos no sabían cómo evitar la infección y ante cualquier herida en las extremidades, aunque fuera leve, para evitar la gangrena, cortaban de manera rutinaria las manos o las piernas.
Hoy, con los adelantos habidos hasta la fecha, la esperanza de vida en todo el mundo, ha pasado de los 25-40 años a los 67, y en el mundo desarrollado, a los 80.
El “proyecto Gilgamesh” pretende conseguir la inmortalidad del hombre. Algunos científicos sugieren que hacia 2050, algunos humanos se convertirán en amortales, no inmortales (porque todavía podrían morir de algún accidente), sino amortales, que significa que, en ausencia de un trauma fatal, su vida podría extenderse indefinidamente.
Todo esto lo afirma Yuval Noah Harare. Y me pregunto yo:
- ¿Las suegras también podrían acogerse a ese proyecto? ¡Aviados estamos!

        

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