domingo, 2 de diciembre de 2018

ADVIENTO I


Colaboración de Paco Pérez
ESPERAREMOS A JESÚS ESPERANZADOS
Es bueno tener ESPERANZA pero si nos limitamos a ESPERAR que ÉL actúe y, mientras llega ese momento, no colaboramos empujando para que el mundo arregle sus rotos pues será difícil que con el sistema actual se logre cambiar lo que no funciona.
¿Qué debemos hacer?
Estar VIGILANDO de manera permanente nuestro entorno social, político y religioso para que sus influencias en la familia, el pueblo, la comunidad autónoma y la patria las mejoren y no las empobrezcan o deterioren. Si procedemos así es posible que podamos corregir, en la medida de nuestras posibilidades, los deterioros que se originen en todos los ámbitos.

¿Cómo lo haremos?
Si somos responsables, nos mostraremos justos e inconformistas siempre y así podremos desarrollar una acción permanente de REVISIÓN sobre lo personal y lo ajeno público para DESCUBRIR y DENUNCIAR lo irregular, de hacerlo así se podría MODIFICAR la actuación general, incluida la nuestra.
¿Por qué hago esta propuesta?
Porque las lecturas de hoy nos enseñan que mirando al pasado se comprueba que el entorno social, con las variantes que nos regala el paso de los años, siempre estuvo afectado por las mismas problemáticas: Malos dirigentes –políticos y religiosos- , poco o nulo respeto de las normas religiosas que les dio el Señor, rechazo de sus advertencias, poco amor hacia los empobrecidos por parte de los poderes públicos
Por las lecturas podemos comprobar que quienes gobernaban Israel en tiempos del profeta Jeremías no actuaban de manera correcta y el pueblo estaba por eso desilusionado y molesto pero, como hubo relevo de reyes, las personas se llenaron de ilusión. Poco les duró lo bueno pues comenzaron a darse cuenta pronto de que todo seguía igual, que había sido un espejismo, que de nuevo estaban padeciendo las mismas consecuencias con otro nuevo desgobierno y que esa realidad los llevaría a vivir mal durante un tiempo.
El profeta les habló de ello y realizó acciones tendentes a devolverles la esperanza pero como el rey no modificó su estrategia de gobierno el Señor consintió que fueran invadidos y deportados.
Jeremías los animó para que no perdieran la esperanza y para ello les recordó que el Señor había prometido a su pueblo que les enviaría el Mesías, cuyo origen estaba en la estirpe de David, para que hiciera justicia y se la regalara a quienes tenían el derecho de recibirla, los oprimidos –ellos lo estaban-.
Pasaron los años y el hombre siguió estando preocupado por los acontecimientos que ocurrían, por las consecuencias que ellos le derivarían y por el FINAL de su vida.
Jesús, como los conocía muy bien, intentaba ayudarles y les hablaba de las señales que precederían a esos hechos, de cómo afectarían a las personas y de cómo vendría Él de nuevo. Después les dijo que, cuando sucediera, tendríamos que cambiar el miedo por la esperanza pues la LIBERACIÓN de las personas ya estaría próxima… ¿Cómo deberemos comportarnos mientras llegan esos tiempos?
Evitando que nuestro corazón se endurezca y se haga insensible. Lo lograremos poniendo en marcha la práctica de acciones adecuadas, no consumiendo en exceso y lo indebido, no dando entrada a las preocupaciones por lo innecesario de la vida…
¿Por qué?
Porque nos estaríamos desviando del camino de la VERDAD, nos haríamos esclavos de aquello que sólo sirve para destruir y no estaríamos preparados para cuando llegara el momento final. Jesús habló también del gran valor que tiene la oración para fortalecernos pues así podremos huir de lo que suceda en su momento y nos ayudará a presentarnos limpios ante Él, cuando venga.
Pablo recordó al pueblo que el camino correcto que debían seguir era la práctica del amor, lo que les enseñó Jesús, pues si hacían eso en su vida cotidiana, cuando Él regresara, todos podrían presentarse ante Él con los deberes hechos y no recibirían castigos.


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