domingo, 23 de diciembre de 2018

ADVIENTO IV


Colaboración de Paco Pérez
FE, CAMBIO Y ALEGRÍA
Miqueas nació en el S. VII antes de Cristo en un pequeño pueblo y en él vivía cuando se le presentó a la población un grave peligro, la invasión de los asirios. Él huyó a Jerusalén en busca de seguridad para su vida y una vez allí, cuando conoció la situación de degradación en que vivían sus habitantes, se sorprendió porque no esperaba encontrarse aquella realidad social: [La injusticia estaba aceptada por todos como norma de vida y el paganismo iba en auge.].

Ante la situación en que estaban atrapados sus habitantes les hizo anuncios sobre los nuevos tiempos que se avecinaban y el cumplimiento de las promesas que les había venido haciendo Dios: [El nacimiento del Mesías, su orígenes davídicos, que vendría en un pueblo pequeño llamado Belén, les habló de su grandeza, que Él existía desde el comienzo de los tiempos y les anticipó que su venida representaría para los hombres una paz de espíritu generalizada.].
Pasaron los años y los anuncios de Miqueas comenzaron a cumplirse.
María e Isabel, dos mujeres extraordinarias quedaron embarazadas y se nos muestran unas situaciones similares por las formas únicas que las llevó a ser madres: Dios lo anunció con anterioridad.
Fueron hechos especiales porque en ambas concurrían circunstancias que podían hacerles dudar del anuncio que recibieron del Señor. En María se daba la particularidad de que estaba desposada con José pero no conocía varón. Por esta realidad, quedarse embarazada le podía ocasionar el inconveniente de ser acusada por él de haberle fallado y entonces podía repudiarla. Ella, empujada por su FE, no dudó del Señor, aceptó la propuesta y engendró a Jesús. José también recibió de Dios el mensaje de la futura maternidad de María y todo quedó aclarado y comprendido.
Antes que a María, el Señor visitó a Zacarías, el esposo de su prima Isabel, y, aunque él recibió el anuncio, tuvo dudas de la propuesta que le hizo Dios por ser los dos de avanzada edad. Al ser matrimonio su embarazo no levantaría la misma polvareda que podía afectar al de María. Esta realidad jugaba a su favor pero el inconveniente de ser muy mayor hizo dudar a su marido y por eso el Señor lo privó de su voz durante un tiempo.
También estuvo presente la FE en Isabel y por ella, cuando  recibió a María en su casa, lo hizo con estas palabras: [Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?].
Si Dios no hubiera estado con ellas en el momento de saludarse… ¿Hubiera sido posible que Isabel pronunciara esas palabras?
La actitud de María, viajar durante varios días para acudir a casa de Isabel, es una enseñanza sobre la cultura de su tiempo. Ella no viajó para ir de turismo porque hacerlo entonces no era un placer sino un sacrificio, acudió porque su prima era mayor y quería ayudarle.
¿Hemos sabido valorar el gran papel que Dios reservó a la MUJER en el proyecto que diseñó para la humanidad?
La venida de Cristo representó un cambio radical en el modelo de culto que había establecido hasta entonces, holocaustos y ofrendas.
Jesús manifestó que el Padre ya no deseaba seguir por ese camino, Él le aceptó el reto de convertirse en la víctima que sería inmolada en sustitución de lo anterior y que después ya no habría que hacer más sacrificios porque el suyo sería único e irrepetible.
¿Se podría entender este texto como el anuncio de que después de Jesús la religiosidad debería abandonar las “ceremonias” y los “ritos” para practicar la “preocupación por los demás” y “ayudar a los que pasen necesidades”?


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