sábado, 30 de noviembre de 2019

ADVIENTO I


Colaboración de Paco Pérez
ESPERANDO A JESÚS ESPERANZADOS

Jesús les recordó que en tiempos de Noé el pueblo estaba entregado a las juergas y que, cuando se presentó el diluvio, nadie estaba preparado y perecieron.
Igual nos ocurrirá cuando se produzca la venida del Señor si no estamos vigilantes, es decir, alertas y esperando… ¿Cómo lo conseguiremos?
Manteniéndonos activos y trabajando para que se cumpla la voluntad de Dios hasta que llegue la venida.
Jesús les puso un ejemplo muy sencillo para que entendieran su mensaje, lo encontramos en Mateo 24, 43:
[Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.].

Los cristianos, durante el Adviento, recordaremos que la venida del Señor está próxima, aunque no sepamos ni el día ni la hora de su llegada.
¿Con que actitud debemos vivir en estos días?
Cargados de ESPERANZA pero sabiendo que si nos limitamos a ESPERAR que ÉL actúe y no colaboramos para que el mundo arregle sus rotos pues será difícil que logremos cambiar lo que no funciona.
Estando VIGILANDO de manera permanente nuestro entorno social, político y religioso para que sus influencias en la familia y en la población nos hagan mejorar y no nos empobrezcan o deterioren.
Siendo justos e inconformistas siempre, desarrollaremos una acción permanente de REVISIÓN sobre lo personal y, con lo público, DESCUBRIENDO y DENUNCIANDO lo irregular, así podremos MODIFICAR la actuación general, incluida la nuestra.
Si viajamos al pasado nos encontraremos que el entorno social de entonces, con las variantes que nos regala el paso de los años, también estuvo afectado por problemas. Por esas razones los profetas intervenían para intentar solucionarlos.
Isaías lo hizo para anunciarles la venida del Mesías, les informó del papel que desempeñaría el templo de Jerusalén como centro espiritual del pueblo y que a él acudirían los hombres para dar gloria al Señor y a recibir las enseñanzas que los orientara. También les habló de Dios, de la necesidad que tenemos los hombres de cambiar nuestros comportamientos y de cómo sería la convivencia entre quienes lo escucharan. Les aconsejó caminar siendo justos, teniendo compasión de quienes sufren, siendo solidarios con los problemas ajenos y deponiendo las armas para que cesara la violencia y hubiera PAZ.
En nuestros días, para que esta última propuesta se haga realidad será necesario que los políticos dejen de comerciar con armas y ayuden a los países que fueron empobrecidos por las naciones desarrolladas al venderles armas que serían pagadas después con sus recursos naturales. Si les ayudaran ahora con proyectos que les permitieran desarrollarse es posible que la PAZ fuera una realidad en el mundo y con un coste más bajo que con las guerras. 
Pablo les habló de la cercanía del Reino, de lo próxima que estaba la salvación y los instruyó para lograrla: Dejando a un lado las acciones que nos condenan, luchando con las armas de la luz, comportándonos con dignidad, no actuando con desenfreno y evitando las peleas.
Su mensaje era sincero pero estaba influenciado por la creencia generalizada de que la venida del Señor estaba próxima.




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