martes, 19 de noviembre de 2019

LAS COSAS DE NERJA


Colaboración de Paco Pérez
LA GABARDINA
Un nerjeño muy popular, conocido por los lugareños como Rafaelico Pichicas”, fue de compras a Málaga con su esposa. Entraron en una tienda y Rafaelico se enamoró de una gabardina que había expuesta en el escaparate, le quedaba divina al maniquí y él se deslumbró con ella.
Cuando los atendió el dependiente, Rafaelico le comunicó que deseaba comprarse una gabardina como la que tenía puesta el señor del escaparate. El dependiente se contuvo la risa y comenzó a tomarle las medidas corporales para determinar su talla.

Se retiró y volvió con varias gabardinas pero todas eran de otros colores, cuando se las enseñó a Rafaelico él le comunicó de nuevo lo mismo:
- Esas no me gustan, yo quiero una como la que tiene el señor del escaparate. 
Entonces el comerciante le intentó explicar la realidad: 
- Señor, éstas que le he traído son de su talla y la que a usted le gusta es de una talla mucho más grande.
- Mejor, más me abrigará –le respondió Rafaelico.
El dependiente, después de varias explicaciones y de obtener otros tantos fracasos, comprendió que era inútil hacerle razonar y como él estaba allí para vender prendas pues entró en el escaparate, se la quitó al maniquí, regresó con ella y le dijo:
- Aquí la tiene usted… ¿Quiere usted probársela para comprobar cómo le queda?
– Sí señor, muy buena idea –le respondió.
Rafaelico se la puso, buscó un espejo y se observó en todas las posturas posibles, se encontró divino dentro de ella y le dijo al dependiente:
- Me la llevo.
El comerciante se la empaquetó, él le pagó lo que le pidió y se marchó a Nerja muy contento con su compra.
Un domingo salió de paseo con la señora, se puso la gabardina y, como le estaba muy larga, tuvo la desgracia de pisarse el bajo, roló como una pelota por el pavimento, se la llenó de manchas y ya no se la puso nunca más.

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