miércoles, 22 de abril de 2020

LAS COSAS DE DOÑA PAQUITA


Paco Pérez
Capítulo I
Yo, en aquellos días felices en los que muchas personas hacíamos las cosas propias de quienes llevan una vida normal, salía a pasear con mi esposa y, a veces, lo hacía con gran desgana pero no decía nada a ella debido a que era una obligación para ambos caminar porque así manteníamos muy bien los niveles que con la edad se deterioran a quienes ya tenemos unos cuántos años de más. Después de hacerlo durante una hora nos dirigíamos a la cafetería para tomarnos la “dosis diaria” y leer la prensa. En el cumplimiento de estos rituales coincidíamos mucho con nuestros amigos Ana María MateosLa Pelá” y Ramón Albao Carmona, compartíamos el tiempo intercambiando temas y después nos marchábamos para comprar algo y regresar a casa. En alguna ocasión se nos unió la señora Paquita, la hermana de Ana María y, como es costumbre en ella, siempre se mostró generosa con sus “palabros” típicos y lo pasábamos muy divertidos.

Un día, estando los cuatro, Ana María recordó algunas de sus ocurrencias y, en ese ambiente de recuerdos y risas, Ramón se comprometió a escribir en casa lo que su esposa y él fueran recordando. Lo cumplió y un tiempo después me dio escritos unos folios con dichos recuerdos. Ayer, después de estar un tiempo guardados en una carpeta, los mecanografié para que con su lectura ellos recordaran estos momentos felices del pasado y lleven mejor el dichoso confinamiento, aunque sea durante unos días.
EL TELEGRAMA
Colaboración de Ana María y Ramón
Una mañana, como otras muchas, mi esposa cogió el carro de la compra antes de salir de casa y nos lo llevamos para cargar en él las compras que fuéramos realizando después de tomar el café.
Íbamos de regreso y, sin esperarlo, sentimos a nuestras espaldas unas voces inconfundibles… ¡Era Paquita, la hermana de Ana María!
Nos paramos para esperarla y cuando estuvo más cerca de nosotros nos dijo:
- ¡Oyeeeeee! ¿A dónde vais con tanta prisa?
Nosotros llevábamos una marcha normal, nos sorprendimos con sus palabras y Ana María le contestó:
- Vamos a comprar a la tienda de CapillaLa Retrepá”.
Entonces tomó de nuevo la palabra y nos soltó una salida de las suyas:
- ¡Mííííralos, a comprar a “La Retrepá” y van más deprisa que un telegrama!
Entonces, Ana María, le preguntó:
- ¿Y tú adónde vas por este barrio tan lejos de tu casa?
– Voy a la tienda de Ramona – le contestó.
- Muy urgente tiene que ser la compra para que vengas tan lejos y no esperes al “mercadillo” – afirmó sorprendida Ana María.
Esta respuesta normal y lógica nos hizo descubrir, sin esperarlo, la verdadera razón por la que iba a visitar a Ramona:
- Voy a comprar calzoncillos y calcetines para el Nono y ya no voy a ir más al “mercadillo”.
- ¿Qué te ha pasado allí para que digas eso? – le preguntó preocupada su hermana.
– Que los calcetines que venden allí no sabes dónde están los deos o el talón.
Como es lógico con esta inesperada respuesta nos reímos un montón, ella también, y cuando nos serenamos continuó con sus ocurrencias diciendo:
- Hermana, tú sabes bien que aquí - dándose golpes con la palma de la mano en el pecho, mientras hablaba-… ¡Hay categoría!
Cuando creíamos que ya había acabado nos sorprendió con otra salida genial:
- Además, tú sabes bien que me has dicho muchas veces… ¡Eres más delicá que laBicheja Vieja”!

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