miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA MATANZA

Colaboración de Tomás Lendínez
Capítulo I
Al final de Otoño, cuando se acercaban los fríos días del Invierno, se comenzaba con las “matanzas”. Ya lo dice un viejo y conocido refrán: “Por San Andrés mata la res chica, grande o como esté”. 
Señalar que una familia estaba de “matanza” significaba que estaba ocupada en un trabajo laborioso y complicado, esa circunstancia la disculpaba de atender otros menesteres.

El sacrificio del cerdo era pieza clave en la economía de todo labriego medianamente acomodado ya que con ella se iba “tirando” todo el año. Era una mezcla de rito y pureza artesanal de las más antiguas elaboraciones comunitarias chacineras, siendo una tradición que desde hace muchos años ha caminado junto al hombre y que desarrolló una cultura en su entorno, como podemos comprobar por las muchas huellas que a través del tiempo se nos ha ido dejando. Como ejemplos tenemos:
1.- las célebres esculturas de Guisando, las que en arqueología son conocidas como “verracos” o “cerdos padres”.
2.- El más grande de los “toros de piedra” o “verracos” que se han encontrado hasta la fecha está en la plaza mayor de Villanueva del Campillo (Ávila).
3.- También encontramos otro “verraco” junto a la ermita de la Virgen en Mingorría (Ávila).
4.- Éste está localizado en la Plaza del Castillo de Ciudad Rodrigo (Salamanca).
Hay en otros lugares de España más muestras de esta cultura y también en Portugal.
Veamos ahora una “verraca”, está mostrada en Murça (Portugal).
Al fin y al cabo estamos hablando del “marrano”, palabra que procede del vocablo árabe “maharrana” y cuyo significado está prohibido porque el Corán no autoriza a sus fieles comerla. Por esta razón el “cerdo” es, un poco, la frontera que separa la cultura cristiana de la árabe y de la judía.
La matanza del “cerdo” está muy entroncada en la religión y también en la mitología. En la antigüedad, entre los labriegos, había un rito que consistía en sacrificar “lechones” y mezclar sus carnes con harina de trigo para hacer unos panecillos que desmenuzaban sobre las tierras de cultivo, lo hacían porque creían que así servía de exorcismo para finalizarlas y asegurar las cosechas.
En las obras literarias clásicas de Roma y Grecia se cita con frecuencia el tocino, el jamón y el embutido. Hay que recordar el hecho de que durante la dominación romana se institucionalizó la matanza del cerdo de forma industrial.

CONTINUARÁ…

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