viernes, 1 de mayo de 2015

HISTORIAS DE NERJA

CACHIRULO
Capítulo I
Colaboración de Paco Pérez

En Nerja, como en todos los pueblos, los mayores viajan al pasado de vez en cuando durante las tertulias cafeteras entre amigos y conocidos y, cuando lo hacen, aún recuerdan a los personajes que dejaron huella entre ellos por los hechos que protagonizaron.

Hace unas fechas surgió durante la conversación una anécdota, por ella unos mayores dieron un salto sin red al pasado y entonces fue cuando nos hablaron de un señor que fue muy popular para ellos en su tiempo pero desconocido para los otros, era conocido por los habitantes del pueblo con el apodo de “Cachirulo”. 
Este señor era originario de Cómpeta, un tiempo después fijó con su familia la residencia en Frigiliana y por último, al final de sus días, se bajó a Nerja y ya no se movió de ella, aquí murió.
Los hechos recordados tenían una antigüedad de más de 200 años y guarda relación con el mundo laboral, profesiones honradas que entonces había para ganarse la vida y que ahora nos sorprendemos cuando escuchamos estos relatos, hasta el punto de que yo no sabía si creérmelo, pero al haber allí varios lugareños que la conocían me llevó a no plantearme ninguna duda.
Parece ser que entonces viajaban hasta los pueblos de la Axarquía malagueña mencionados, y a otros, ciertas personas con la finalidad de encontrar árboles con madera de calidad y cuyo tronco fuera bastante grueso. Éstas  dominaban el arte de la escultura y su finalidad era hacer con los troncos figuras de “santos”. Cuando el señor “Cachirulo” tuvo noticias de su presencia en Frigiliana y de lo que buscaban se fue hasta ellos para conocer de primera mano las condiciones que proponían y que los había llevado hasta allí. Quedó satisfecho con la información recibida, las aceptó y les habló de su propuesta:
- Yo tengo un algarrobo de más de 100 años, el muy tacaño no ha dado en su vida ni una algarroba para los cerdos y ya le ha llegado la hora de pasar a mejor vida.
Los llevó al lugar, lo cortaron, lo trocearon y, un tiempo después acabaron el trabajo… ¡¡¡Hicieron una virgen!!!
Durante un tiempo transportaron la peana por los pueblos de la comarca y fueron vendiendo papeletas para rifarla. Cuando se hizo el sorteo tocó en el pueblo de Frigiliana y la gente le tenía por eso mucho cariño.
Parece ser que todos los años sacaban a la imagen en procesión durante la Semana Santa y, como ésta caló hondo entre los vecinos del pueblo, a su paso lloraban porque le tenían mucha fe y también le pedían cosas.
Estaba la virgen en su recorrido, lo hacía en medio de un gran silencio y entonces se escuchó una voz que brotó con fuerza y muy dolorida. Quien así habló fue el señor “Cachirulo”:
En mi huerto te criaste,
de tu fruto nunca comí
y los milagros que tú hagas
me los paso… ¡¡¡Tararí!!!
Según contó el más anciano del lugar los “cachirulos” eran gentes de poca responsabilidad profesional, más o menos, como los que en Villargordo son catalogados de más perros que la “quijá” de arriba. Con esas cualidades y desvelos uno de los hijos de nuestro personaje se casó con la “Ramirica” y él, de inmediato, se fue a vivir a una casa que tenía la familia en Calaceite. El lugar elegido está a unos 5 kms de Nerja y como en aquellos tiempos las comunicaciones eran más complicadas que ahora pues nadie lo entendía. No obstante, como siempre hay alguien que le da en la tecla a las cosas, pasado un tiempo se supo la razón por la que tomó esa decisión: Que no lo buscaran para ir cada día a dar el jornal.
Allí sobrevivieron con cuatro “morcillones” y los cuantos “peces” que pescaba.



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