viernes, 22 de mayo de 2015

UN BUEN DÍA, DE COMUNIÓN, EN VILLARGORDO

Colaboración de José Martínez Ramírez

El día nueve de mayo, después de asistir a misa en Mancha Real, viajé junto a mi familia a Villargordo para celebrar la Comunión del niño Andrés Cobo Moreno. El evento tuvo lugar en el Restaurante de mis primos, El Recreo, y nos atendieron muy bien Lucía y Nuria. Los exquisitos platos, como dice mi primo Miguel, fueron una explosión de colores y sabores y, como es de todos bien conocido, pues sólo nos invita a probarlos una vez más.

Me alegré de ver a todos los presentes y saludé a unos antiguos compañeros de colegio, éstos son matrimonio y viven en Vados de Torralba, ella se llama Antonia y el nombre de él no lo recuerdo pero, cuando lo vea por las vegas del Guadalquivir, lo saludaré, se lo preguntaré y todo quedará en su sitio.
También salude a los hermanos Gómez Marfil: Paco, Pedro y José que fue profesor mío.
En la misma tertulia estaban Juanito “Jimmy” y su amada Dolores.
Durante unos minutos nos estuvimos calentando en la “Fragua de Vulcano” y le dije a José que me encantó ese niño que andaba el camino hacia ella, siguiendo una hilera de piedras de las aceras de entonces para ver a su Padre, un hombre vigoroso que se dejaba la piel en aquella fragua, junto a sus hijos, bajo aquel horizonte en blanco y negro.
El libro es un texto cargado de sentimiento que recrea la vida cotidiana de cualquier persona de la época, el atranque generacional con un padre que ha vivido una guerra, la despedida de un compañero en Nerja y la convivencia en el duro trabajo. Un libro digno y entretenido, de los que gusta releer. Escrito desde el corazón de las vivencias y con la sabiduría de todo lo que es cierto, como su autor.
También saludé a mi prima Antoñita, la que está cada vez más joven, su amigo Juan Carlos, a Brigi y a Fernando. Coincidimos mi amigo Avelino y yo en que cuando Fernando “Raspín” palme, como tenga el cuerpo tan duro como la cara, los gusanos no podrán consumirlo. A veces siento deseos de tornarme caníbal para devorarlo personalmente, sobre todo, el día que me dio un beso con la lengua… ¡El h... ….!
Di un montón de abrazos y besos a Mariví, la mujer de Vicente “el Litri”; a mi primo Juan y a su mujer Inés; a Juani y también salude a la pareja de Cayetano Gálvez.
Pedrín “Porroncho” y un servidor bailamos con mi prima Mari Carmen y su amiga, no recuerdo la canción.
También recordé a mis seres queridos, esos que ya no están y que cada vez los echo aún más de menos.
Cuando anocheció siguió la fiesta. Nos fuimos al “Pub Alos” y allí salude a gente muy joven. Cuando mi mujer y las de los demás ordenaron retirada nos subimos al coche y al pasar por el “pilar redondo”…
¡Cerré los ojos, siempre lo hago!
Porque así siento sus aguas cristalinas recorrer mis venas, como siento la sangre que circula por mi cuerpo. Sus aguas son el principio y el final de todo.
Giré hacía la calle Ramón y Cajal para regresar a la Mancha, una vez más.


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