miércoles, 20 de mayo de 2015

LOS MACARRAS DE LA LIBERTAD

Colaboración de José L. Román

PUBLICADO en  “Alerta Digital”

¿Quién está detrás de los figurantes de los programas basura? ¿Son éstos los hombres y mujeres que representan el futuro de España? ¿Hacia dónde nos dirige la televisión controlada por las mafias de la comunicación? ¿Quién mantiene a tanto iletrado disfrazado de periodista?

Estos figurantes inventados por los mercaderes televisivos, representan únicamente las cloacas de nuestra sociedad, y han sido inventados por los que han dirigido los destinos de esta nación durante más de tres décadas con el fin de tener a la plebe entretenida, ensimismada y dormida mientras ellos construían su gran entramado financiero.
Mientras se siga fomentando y patrocinando toda la basura de programas que han ido poco a poco haciendo mella en las mentes de una parte muy importante del pueblo, la mayoría de la juventud seguirá creyendo que la vida, es cuestión de lo que ven a diario en el mundo de la farándula y del despilfarro: Vivir a todo tren sin dar ni golpe.
A la casta política no le importa suprimir de un plumazo y por ley la publicidad del tabaco en los medios de comunicación haciendo creer que se preocupan por nuestra salud, y mientras, no mueven ni un solo dedo para frenar esa verdadera y peligrosísima enfermedad contagiosa que pudre y deforma las mentes más débiles, y cuyo nombre no es otro que “basura televisiva” o “telebasura”.
¿Dónde están nuestros jóvenes investigadores? ¿Dónde están los voluntarios que de manera altruista y desinteresada ayudan a discapacitados y ancianos desamparados, sin que nadie los ponga como ejemplo a seguir? ¿Dónde están nuestras jóvenes promesas en el mundo de la ciencia y la tecnología?  ¿Dónde están esos españoles dedicados en cuerpo y alma al mundo de las letras, la ciencia y por consiguiente al bien común? ¿Dónde están?
Pues están pero se les ignora, y muchos se tienen que ir de España. Tienen que poner mar o tierra de por medio y huir en busca de alguien que los escuche, que se fije en ellos y los valore, que los entienda y que los apoye. Aquí en su país, en España, es evidente que no tienen futuro, se les desatiende y se les rechaza. Tienen que emigrar hartos de mendigar ayudas estatales para continuar con sus estudios de investigación y exponer sus proyectos, mientras cientos de millones de euros se dilapidan en el sostenimiento de la “telebasura”, o se reparten entre cualquier tipo de fundación, asociación o chiringuito de carácter político, o del mundo de la farándula y la prostitución encubierta.
No crean que exagero. Basta poner un ejemplo para dar solidez a algo tan lamentable. Comparemos las horas de programación dedicadas a la “telebasura”, con esas breves líneas en algunos medios para anunciar descubrimientos científicos de cualquiera de nuestros compatriotas aquí o en el extranjero. Miles de horas de emisión durante años, para que lo chabacano, lo puerco y lo grosero bulla como en las charcas los gusanos, y por el contrario, la mínima expresión para el trabajo y el esfuerzo de lo que podría suponer un día, salvar la vida de millones de personas a nivel mundial.
Nadie puede negar a estas alturas del sistema, que un porcentaje altísimo de ciudadanos no tienen ni pajolera idea sobre el sacrificio y la dedicación de esos españoles, que por poner un ejemplo investigan sobre vacunas, remedios para paliar y curar  enfermedades raras, proyectos tecnológicos al más alto nivel y de programas de innovación en todas la áreas. Ni siquiera saben que existen, desconocen sus nombres, donde estudian y donde se esfuerzan cada día, y sin embargo, se pasan las horas muertas inyectándose en vena toda la mierda de la “caja tonta”, y conocen al detalle a todos y cada uno de los personajillos y fetiches de la “telebasura”, así como su vida y milagros, porque son presentados por los “macarras de la libertad”, como seres mitológicos de la España democrática y de las libertades.
Pues bien; este nivel de degradación de la sociedad es el fruto de un sistema infecto dirigido por una casta a la que sólo le ha interesado debilitar la capacidad de reacción de nuestro pueblo, con la intención de que no vislumbrase que caminaba por una senda equivocada con cierto atractivo, pero cuyo destino no era otro que el panorama calamitoso del que hoy nos lamentamos. Díganme, ¿dónde está la libertad que nos prometieron? En ningún sitio. En lugar de libertad se nos brinda un sucedáneo, que no es más que la esclavitud que impone una pequeñísima élite para llenar aún más sus arcas y expandir un materialismo económico sin límites. Todo lo intranscendente cierra barreras a la felicidad gracias a la inteligencia de los “macarras de la libertad”, aquellos que conducen a la “masa” hacia estados envidiables que publicitan: Hoteles de lujo, drogas para desinhibirse, coches de alta gama, mansiones, viajes, modas y, algo novedoso: “Lo que natura no da, silicona lo soluciona”.
Todo se compra y se vende, hasta la misma esencia del ser. Lo transcendente agobia, lo superfluo libera ¿Quiénes son esos fetiches de nuestros días? Personajillos incultos creados para la masa, faltos de criterio, desbordados por el sexo y la droga, y que imponen a través de la “caja tonta”, curiosidades inciertas y bien proyectadas.
Todo ello va dirigido al núcleo de una sociedad deseosa de buscar satisfacciones. Hay que llegar a la ruptura, al enfrentamiento y a la mente deformante. No importa la Patria importa el partido. No importa ni el individuo, ni el amor, ni tan siquiera los hijos. El egoísmo es centro del mundo como jamás lo ha sido; los famosos colaboran dando pautas no impuestas por ellos, sino por los mercaderes a los que les interesa la destrucción de la sociedad tradicional con la familia como célula base. Se engrandece el estrellato de los momentáneamente triunfadores, cuya luz fulgurante permanece por muy poco tiempo, pero el suficiente para que se haga realidad lo anhelado por ese gran poder dominador.
Si queremos un cambio en el sistema y por consiguiente en nuestra sociedad, no basta con cambiar únicamente la intención del voto, debemos cambiar nosotros; tenemos que empezar por NO permitir ni un día más que se siga encumbrando a los cuatro fetiches que viven del cuento con el despilfarro económico que conlleva. “Boicot” total y absoluto a los productos de las empresas y multinacionales que insertan su publicidad para sostener esos programas basura. En cuanto bajasen las ventas por ese “boicot”, les aseguro que se acababa el cachondeo.
Los Consejos de Administración de esas empresas que sin escrúpulos morales patrocinan los programas, estoy seguro que en el fondo desprecian lo que sostienen, pero su doble moral y sobre todo su codicia, les hacen mirar para otro lado tapándose la nariz. Ellos, y sus próximas cinco generaciones mantendrán el riñón bien cubierto, pero habrá sido a costa de patrocinar la “telebasura”, sin importarles en absoluto el estado de podredumbre al que han conducido a nuestro pueblo con el beneplácito de la “casta política”.
Exijamos mediante ese “boicot” a sus productos, que todo el dinero que invierten esas empresas en publicidad para el sostenimiento de esos programas, lo empleen para culturizar a nuestro pueblo, para financiar los estudios de miles de jóvenes españoles en programas de investigación. Al fin y al cabo, somos los consumidores los que con nuestro dinero sostenemos a esas empresas al adquirir lo que producen.
Por lo tanto, exijamos que ese dinero que se invierte en publicidad para alimentar programas televisivos que huelen a mierda y a los “macarras de la libertad”, tenga como fin una programación limpia e instructiva; becas y ayudas para promocionar a jóvenes promesas.
Publicidad ¡Sí! Limpia, bien dirigida y nada engañosa, pero sobre todo, con el fin de incentivar y estimular a los jóvenes españoles a ser útiles a la sociedad y a su Patria, a ser empresarios, técnicos o profesionales, y ansiar con ilusión un futuro esperanzador sea cual sea su estrato social y punto de partida. Que esos luchadores que se esfuerzan cada día sean los auténticos protagonistas. Ellos serán los mejores embajadores de España en el extranjero, y el ejemplo a seguir para las futuras generaciones.



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