domingo, 21 de junio de 2015

LOS MILAGROS Y EL HOMBRE

Colaboración de Paco Pérez
La escena del lago es un ejemplo perfecto sobre lo que es la vida. Muchos acudieron para escuchar a Jesús, unos estaba en la orilla y otros sentados en sus barcas pero, cuando acaba su enseñanza y se marcha del lugar, sólo unos pocos le siguen. En aquel momento hubo una circunstancia real que impidió a la mayoría hacerlo, no tenían barca. Otras veces no era necesario tenerla para seguirle porque viajaba a pie pero no lo hicieron, sus palabras no les calaban hondo o no tenían fe.

La travesía del lago nos puede empujar a interpretar que cada persona es una barca que surca las aguas de la vida con naturalidad mientras todo discurre sin sobresaltos pero, cuando las aguas se tornan bravas y la golpean con fuerza, ya nos asustamos y perdemos la confianza que teníamos… ¿Por qué
Esa pregunta nos la responde Jesús cuando echa en cara a sus acompañantes el comportamiento que tienen y les habla de la causa que les hace actuar así, el miedo y la poca fe.
Cuando Jesús calma los efectos de las fuerzas de la naturaleza e impide que la barca zozobre lo que hace es dominarlas sin cambiar las leyes que las crearon, este es el fundamento de todo MILAGRO.
Con Jesús los milagros ocurrían y todo desperfecto recuperaba su normalidad, para las personas dichos cambios eran percibidos como un hecho que estaba asociado a Él y a sus poderes extraordinarios. Pensaban así porque cuando los hizo no fue en privado y porque con ellos ayudaba a las personas, de ahí la popularidad de sus acciones. Por esa razón el pueblo llano se las reconoció como obra de su poder especial, y ya le buscaban ilusionados y confiados en recibir de Él su ayuda.
Hay unos hechos incuestionables en los relatos milagrosos: [Quienes acudían a Él lo hacían convencidos de que los curaría, “tenían fe” en sus palabras y en sus obras. Él los conocía por dentro, sabía de la realidad de cada uno y, si se le acercaban con fe, les concedía sus deseos.].

¿Tenemos nosotros el nivel de fe de las personas bíblicas o es una actitud errónea la nuestra cuando, de manera egoísta, le insistimos en nuestras peticiones? ¿Hemos pensado que si nos concede el milagro, tal vez, lo viéramos como el premio que nos regaló porque éramos muy buenos y no como una consecuencia natural de “nuestra fe en Él” y de “su amor por nosotros”?
El milagro multiplicó los panes y los peces, transformó el agua en vino, curó al paralítico… ¡¡¡Pero no creó en ninguno de los casos!!!
Lo que sí hace es manejar las fuerzas naturales que intervienen en los cambios que realiza sin transgredir las leyes con las que Dios creó lo que se multiplica, transforma o cura.
Si los hombres buscamos en el milagro la “prueba” que confirme el poder de Dios es que no somos honrados pues será la demostración de que dudamos de su existencia o de que no hemos comprendido para nada a qué vino Jesús y qué nos enseñó.  
Nuestra fe no puede crecer alimentándonos en la “despensa de los milagros”, deberemos crecer “abrazando la realidad de Jesús resucitado”.
El hombre camina a diario entre los sentimientos opuestos que manifestamos ante las dos caras de la vida: Felicidad o dolor. En el primer caso vivimos sin acordarnos de agradecer a Dios lo que nos ha regalado o regala y en el segundo, cuando sufrimos un contratiempo, ya quedamos desbordados y le preguntamos con osadía y desconocimiento:
- ¿Por qué me haces esto Señor?
Preguntas como ésta fueron y son frecuentes en el hombre pero cuando se hacen son la demostración de que desconocemos su grandeza y su poder. Job se encontró en este trance y Dios le respondió. Como camino de REFLEXIÓN les propongo leer Job 38,1. 8-11 y conocerán la respuesta:
El Señor habló a Job desde la tormenta:
- ¿Quien cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas?
La grandeza de Dios queda patente en este texto… ¿Podemos comprenderle ahora mejor? ¿Podemos seguir haciéndole preguntas?
Si Pablo fue elegido por “Jesús resucitado” para dar testimonio de la verdad y evangelizar, a pesar de que era un perseguidor de los cristianos… ¿Puede el hombre explicar esta decisión de Dios?
Como es imposible comprender sus decisiones nuestra actitud correcta será confiar totalmente en Él.



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