EL PERIODISTA TITO
ORTIZ LO PUBLICÓ EN IDEAL EL 29 DE DICIEMBRE DE 2015
Colaboración de D. Ramiro Aguilera Vaquero
¡Doctor!,
¿qué me pasa?
Antes,
doblaba mi espalda hacia delante, y me ataba los cordones de los zapatos con la
elasticidad de un junco. Ahora me compro solo mocasines, porque si me agacho a
atarme los zapatos, me pongo rojo como una bombilla incandescente, la
respiración se me corta y el ahogo me invade hasta el punto de darme un
perrengue. Antes, me cortaba las uñas de los pies, flexionando mis extremidades
con la ductilidad de un florete de competición en las manos del mejor tirador
de esgrima. Ahora, para hacer lo mismo, me tengo que contorsionar, jugándome la
integridad de una o varias articulaciones, descansando entre dedo y dedo, y
respirando profundamente antes de abordar la extremidad con el cortaúñas en la mano. Antes, me ponía
los calcetines manteniéndome en perfecto equilibrio sobre una pierna, con la
misma elegancia de una garza real, o un flamenco en Fuente de Piedra. Ahora, si
no me siento en la cama, soy incapaz de enfundar los pinreles en tan necesario
complemento y le encuentro total justificación a aquella calzadora que había en
el dormitorio de mis padres cuando yo nací y que deseché como un estorbo inútil
en la alcoba de mi niñez, sin pensar que ahora me sería de gran utilidad,
cuando no, imprescindible. Antes, bajo
la ducha, me pasaba la esponja por toda la espalda, disfrutando de la
maleabilidad de mis brazos que me lo permitían. Ahora, he tenido que comprar en
el chino una esponja de esas que llevan pegado en su extremo un mango de medio
metro para poder alcanzar la misma zona. Si yo sigo siendo el mismo y la
espalda es mi espalda, ¿qué me pasa doctor?